MIAMI, Estados Unidos. – “La alta burguesía cubana 1920-1958”, del fallecido autor Carlos del Toro, publicado en 2003 por la Editorial Ciencias Sociales de La Habana, es un libro muy interesante, imprescindible para estudiar la verdadera historia de Cuba.
Tan curioso y original resulta este libro que en estos momentos se ha convertido en un verdadero misterio: no aparece por las librerías y no se puede adquirir a través de Internet a ningún precio. Por ello, es casi imposible leerlo. Al parecer, no le resultó agradable al régimen castrista, que mantiene un completo monopolio de la información.
Muy pocos periodistas de la prensa oficial tuvieron acceso al libro. Uno de ellos, Ciro Bianchi, destacó que el libro trata de ¨figuras de la economía que descollaron en la Cuba de entonces y que, a no dudarlo, fueron punteras en los giros que operaban”
Fueron los verdaderos ricos que dirigieron la economía de Cuba a través de sus propiedades, que desarrollaron un país sacado de sus cenizas, luego de una larga guerra por independizarse de España.
Este libro resultará muy valioso para los nuevos propietarios cubanos, más de seis millones, permitidos al fin por el gobierno comunista para emprender negocios por cuenta propia.
¿Serán éstos los cubanos que sustituyan a Julio Lobo, a los Tarafa, a los Gómez Mena, los Azqueta, Arrechabala, etc., para resolver la crisis económica que sufre el país ante el fracaso de la economía socialista?
En el libro “La alta burguesía cubana” se destaca a Julio Lobo como el mayor hacendado, propietario del mayor número de centrales azucareros y el mayor productor de azúcar de los años cincuenta. Le sigue la familia Rionda, los Falla Gutiérrez, Gómez Mena, los Aspuru y Azqueta, Tarafa y Mamerto Lizárraga.
Prácticamente todos estos centrales, más de cien en total, quedaron destruidos en muy poco tiempo por sus nuevos dueños: Fidel y Raúl Castro.
Hoy, apenas una docena de centrales funcionan, aunque deficientes, en el país.
De igual forma sucedió con la ganadería cubana. Infante, Remigio Fernández, Bernardo Sánchez y otros, llegaron a tener seis millones de reses, cuando Cuba tenía una población de seis millones de habitantes.
Florecían, entre otras grandes industrias, la farmacéutica y la del tabaco.
Cuba producía grandes cantidades de cerveza y maltas que satisfacían las necesidades de la población y se exportaban.
Igual ocurría con los rones. El récord de consumo de la Bacardí ocurrió en 1952, con 25,6 unidades por persona.
En 1959 Cuba, a las puertas de una dictadura, los hermanos Castro se adueñaron de todos los medios de producción y el resultado no se hizo esperar. Como carecían de experiencia y conocimientos, dejó de producirse lo que se producía y despilfarraron el poco dinero que quedaba a salvo, hasta quedar el país en ruinas, dependiente de subsidios soviéticos que aún se deben.
Hoy, Cuba, un país empobrecido, lleno de tragedias humanas, mira al abismo económico, sumido en una nueva crisis que recuerda al Período Especial.
La caída de los ingresos por exportaciones, el aumento de la deuda externa y la escasez de efectivos se agudizan.
Y aunque la crisis de los impagos sigue creciendo, Raúl Castro no tira la toalla.
Antes no era así. En 1958 y desde mucho antes, españoles e italianos veían a Cuba como un país de progreso y acudían a las embajadas cubanas en sus respectivos países en busca de visas para viajar a la isla en busca de trabajo.
Tras el establecimiento de la República, cuando la población cubana era de un 1 300 000 habitantes, regresaban casi 100 000 exiliados cubanos de Estados Unidos, mientras 800 mil españoles arribaban a Cuba.
Se sabe que Cuba fue, entre todos los países del mundo, de acuerdo a su población, el país que más inmigrantes recibió durante la mitad del siglo XX.
En 1952, la Organización de Naciones Unidas declaró que Cuba había quedado clasificada como la tercera nación más desarrollada del continente, después de Argentina y Uruguay, y situada en el vigésimo quinto lugar entre todas las del mundo.
Muchos se preguntan si Cuba podrá volver a una vida normal, a ser un país en desarrollo, civilizado, sin Raúl Castro a la cabeza de la nación y su escogido relevo que nada ha podido hacer que no sea ganar tiempo.
¿Hay esperanzas? ¿Qué preferiría el pueblo cubano? ¿Acaso volver a tener los ricos de ayer, o quizás los que hoy se están formando para que arreglen este entuerto, lejos de los viejos y fracasados dueños militares raulistas?
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