LA HABANA, Cuba. – A 24 horas de ser excarcelado es un reto entrevistar a Luis Manuel Otero Alcántara. La casa está en construcción, pero unas vecinas interrumpen con arroz amarillo, un pomo de agua, pastillas para el dolor de muela del artista. Otros pasan por la calle y no les basta con saludar de lejos, sino que meten la cabeza, le gritan “candela”, “brother” o “coño, mi hermano, que bueno verte”. No les importa que haya desconocidos, que estén grabando o que sobre la cama revuelta en medio de la sala, entre cemento y arena, esté Claudia Genlui tirada. Lo que les interesa a los vecinos de San Isidro es entrar, saludar al artista, buscar algunas respuestas.
¿Qué rompió Luis Manuel para ser acusado de Daño a la propiedad, cargo por el que le piden de dos a cinco años?
“Una pieza del carro que se pone y se quita a presión. Cuando veo que a Claudia le están dando golpes empiezo a forcejear con las esposas puestas y zafo la pieza. Los policías no querían denunciar para no enredarse por algo que se quita y se pone”, dice finalmente Luis Manuel.
“El teniente coronel, el jefe que dirige la historia contra mí, el mismo que me secuestró, que mandó a que me diera los trompones, que ha hecho de policía bueno, de policía malo, ayer estaba en el plan de ‘tú has logrado algo que no lo ha logrado nadie’. No me lo dijo así, pero eso era lo que sentía, aunque yo estuviera allá adentro y no supiera de qué me estaba hablando.”
Según Otero Alcántara, el oficial le propuso “empezar de cero”. “Vamos a olvidarnos de todo eso, no nos guardes rencor”, le dijo, como si estuviera hablando de un juego o como si el único preso político fuera el artista.
“Es una gran responsabilidad”, así asume Luis Manuel la experiencia de haber sido apoyado por miles de personas para las que durante 12 días lo más importante fue su liberación.
“Soy consciente de que fueron unos días nada más, mientras que a José Daniel Ferrer le están pidiendo nueve años y El Sexto estuvo 10 meses, pero uno sale de ahí con grietas y más convencido que mi causa es combatir la injusticia, que es la libertad, me cueste lo que me cueste. Eso lo afirmo y la gente lo comprobará en un momento determinado”, señala Luis Manuel, en referencia a un compromiso con el que lleva cargando desde hace algún tiempo.
“No importa que me digan oportunista. Sí, soy un oportunista, lo reconozco. Y paso a la segunda etapa…”, que es manifestarse en contra del régimen.
Mientras otros juegan a ser críticos de arte, Luis Manuel se sabe en el límite que roza con el oportunismo, porque -dice- se aprovecha del sentimiento de la gente.
“Es mi manera de canalizar lo que siento, sino reviento. El casco, por ejemplo, me lo puse porque fue la manera que encontré de canalizar la rabia que sentí por la muerte de las tres niñas”, explica.
Sin embargo, el efecto que provoca su obra no se ve inmediatamente después de hecha.
Luis Manuel Otero habla también de su excarcelación, de la que no se confía porque los cargos no han sido retirados y los limbos legales en Cuba son peligrosos.
“Me pregunto, ¿y esto por qué fue? Esto ha sido posible por la pila de gente que me quiere, el cordón de relaciones que tengo producto de mi obra, con la que logro sensibilizar y conectar a la gente”.
En Valle Grande se dio cuenta de que la compañía donde lo pusieron “era una Cuba reducida a 30 o 40 metros, donde te reducen aún más la libertad y te define que no quieres aceptar ningún tipo de violencia, que no es solo que te den un galletazo, sino que vayan a tu casa a intimidarte, o que te corten el pelo sin quererlo uno o que haya gente con problemas mentales reales porque no hay espacio en el hospital psiquiátrico”.
Ahora, la respuesta de Luis Manuel a ese entorno que lo rodea que parece no tener rumbo ni fin es concentrarse en sí mismo.
“No puedo vivir en un país donde se le violen los derechos a mis amigos, a mis hijos, a mi familia”, que son los mismos que se unieron y por los que Otero Alcántara cree que “Cuba está cambiando”.
“Algo ganamos cuando la gente protestó por la censura de un beso en la televisión y se disculparon. O que, al censurar una película, los demás hayan decidido retirarse del evento. Algo estamos ganando cuando el portero de un bar te dice “estoy con ustedes”, un policía cuestiona el por qué te están acusando o un tipo de la feria, que no tiene nada que ver con nada, te dice que se hizo un ‘t-shirt’ por ti”, dice el artista sobre esos acontecimientos que han trascendido a raíz de la protesta en las redes.
Después de doce días encarcelado, en San Isidro está el mismo Luis Manuel de siempre, el que dice “conmigo no hay eso de que no te mezcles con la oposición porque tú eres artista. No me importa que no se sume la cantidad de gente que debieran. Lo que sí es seguro que conmigo pueden contar, porque no tenemos más opción que ganar conectados unos con otros.”
Ese concepto ha cambiado la manera de hacer y de pensar de muchos que preferían mantenerse al margen hasta que “tocaron” al artista. Ojalá marque un antes de indiferencia y un después de libertad para los cientos de presos políticos que el régimen no acaba de reconocer y que mantiene encarcelados en las peores condiciones posibles.
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