LA HABANA, Cuba. -La casa de Yasel Sánchez Blanco, su esposa Kenia Kessel y su hijo Jonathan de 12 años, no estaba incluida dentro del 80% de las viviendas del municipio habanero de Centro Habana, catalogadas por las autoridades del Instituto de la Vivienda desde regular a en mal estado.
El matrimonio vivía en uno de los ocho apartamentos construidos por una microbrigada en el año 1995. Pero en la madrugada del pasado 24 de marzo, el derrumbe de la parte trasera del edificio colindante, sito en Belascoain 211 entre Neptuno y Concordia, les tumbó el techo, los entrepisos, y destruyó sus pertenencias.
Yasel y Kenia aseguran que la tragedia pudo haberse evitado. En octubre del 2013 las autoridades evacuaron a los residentes de dicho edificio al colapsar sus pasillos interiores, y la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) ordenó el apuntalamiento del inmueble.
Los residentes de los apartamentos de microbrigada donde vivían Yasel y Kenia alertaron a las autoridades locales sobre el peligro inminente de derrumbe, a causa del insuficiente apuntalamiento. Pero su advertencia fue ignorada.
“Nosotros fuimos a denunciar a Demolición la situación que tenía el edificio 211, llamamos al gobierno, tenemos los registros de llamadas… Fuimos a la policía porque se estaban llevando las maderas que apuntalaban el edificio y los ladrillos…”, declaró Kenia a Cubanet.
El albergue como solución
Como solución las autoridades le ofrecieron a Yasel y Kenia trasladarlos a uno de los 136 albergues existentes en la capital del país. “No aceptamos el albergue por la razón de que nuestra casa no se estaba cayendo”, declara Yasel. El matrimonio reclamó la entrega de otro apartamento, aunque fuera más pequeño.
Susana Acea, presidenta del gobierno en Centro Habana, les explicó a Yasel y Kenia que los municipios no tienen viviendas para asignar. “El problema es que para dar una cosa hay que tenerla y no se tiene. Las viviendas que se están terminando en la capital son para acabar con los albergues. Hay que priorizar a los que llevan hasta 30 años metidos en un albergue¨, afirmó la funcionaria.
La funcionaria Acea admite que la población desconfía de la política gubernamental que prometió dar viviendas a quienes fueron trasladados a los albergues. “El gobierno los manda para los albergues y después nadie va allí a decirles cuándo los van a sacar¨, dijo. A su vez, Michel Reyes, vicepresidente de la Construcción Municipal, afirmó que la eliminación total de los albergues tomará al gobierno no menos de 20 años.
Después de una larga lista de negativas, las autoridades ofrecieron un parche que los damnificados aceptaron por desesperación: el subsidio.
Subsidio para tapar la negligencia
Para beneficiar casos sociales críticos, el 12 de enero de 2012 el gobierno promulgó una resolución en función de otorgar pequeños subsidios monetarios destinados a la compra de materiales de construcción y el pago de mano de obra.
Los funcionarios del gobierno municipal hicieron creer a la pareja que su oferta era un gesto de deferencia para con ellos, pues había más de 4000 solicitudes pendientes. Pero fueron engañados, pues la compensación de 58000 pesos (2416 dólares) estaba muy por debajo de la cifra necesaria para reconstruir la casa.
Eleuterio Duran Galano, Secretario del Consejo de Administración Municipal (CAM), instancia que otorga el subsidio, les aclaró que la cifra solo alcanzaba para reconstruir el techo. Y aunque el dinero fuese suficiente, no es posible la reconstrucción de la casa hasta que sea demolida totalmente la estructura del edificio colindante, programada para el primer trimestre del 2015. Las ruinas continúan representando un peligro para las edificaciones que las rodean.
Según explicó el director de Empresa de Servicios Especializados de la Construcción (SECON), en La Habana sólo hay cuatro grúas para atender derrumbes y demoliciones, y serían necesarias cuarenta para cubrir las necesidades. Michel Reyes Milán, vicepresidente de la construcción municipal apunta que hay un promedio de seis derrumbes diarios en Centro Habana, cifra que marca un ascenso en comparación con el promedio de 3 registrado en el 2004.
Nadie asume la responsabilidad
El matrimonio acudió al Consejo de Estado y todos los órganos de gobierno subordinados a esa máxima jerarquía, sin embargo, nadie asume la responsabilidad de la pérdida de su hogar. “Ni siquiera nos preguntan dónde estamos viviendo”, se lamenta Kenia.
La pareja y su hijo fueron acogidos por familiares en un apartamento de un cuarto, donde residen otros dos matrimonios. Mientras esperan por una solución a su problema, duermen en colchonetas tendidas en el piso.
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