LA HABANA, Cuba.- “El 2019 fue un año para visibilizar el Movimiento San Isidro, para que la gente supiera quiénes éramos”, dice Luis Manuel Otero Alcántara sobre el resumen de un año que ha hecho circular el grupo de artistas, “el trabajo no fue como en el 2018, en que hubo cosas más tangibles como el 349, la Bienal 00, pero sirvió para promover estructuras de pensamiento a través de La bandera es de todos, La patria os contempla orgullosa y Se USA”, tres de sus acciones artísticas más importantes.
“Este año fue todo más agresivo. Hubo un montón de cosas como que Yanelys se fue, Nonardo se fue, pero solidificamos las bases, nos organizamos como grupo, porque el sentimiento de grupo se aprende también bajo todo este fuego, y se nos abrió el espectro hacia los artistas, los intelectuales y los políticos”, pero desde afuera lo más importante que les ocurrió fue la visibilización de otros rostros, y la certeza de que el Movimiento San Isidro (MSI) no era solo Luis Manuel Otero Alcántara.
Para Amaury Pacheco, el OMNIPoeta, el MSI es “una prolongación directa, auténtica de los grupos que se formaron a finales de 1990, donde se desarrollaron las bases de un activismo a través del arte y la cultura”, grupos y proyectos de los que él fue uno de sus protagonistas, con OMNIZonaFranca, “y que fueron aniquilados después de proyectar una notoria actividad en muchos de los terrenos de la vida social cubana”, recuerda.
Hoy para el OMNIPoeta, que decidió vivir de la poesía que aun queda en la Isla, pertenecer al MSI es “una manera única de habitar los páramos inescrupulosos de la política, es una carga poética para espantar bribones. Viene siendo para mí: Justicia Poética en ascensión”, y más que eso, lo ha recolocado en el mismo epicentro de estas prácticas en el mundo, donde el activismo y el arte se funden.
Para la actriz Iris Ruiz ha sido “una puesta en escena necesaria dentro del panorama político, social y cultural actual en que estamos inmersos las y los cubanos dentro y fuera de la Isla”, y le ha servido para “reconectar los lazos humanos de la región con el respaldo de la creatividad y la fuerza de la autenticidad”, dice, además de haberle brindado la oportunidad de hacer “lo que creo que hace falta”.
Michel Matos es otro de sus fundadores, de los que cuando Otero Alcántara dice “discutimos mucho” es porque es uno de los que más polemizó, porque su personalidad se lo permite. Matos cree que “este año ha sido sobremanera difícil, muchas detenciones y reclusiones domiciliarias y arbitrarias. Los colegas del movimiento bajo acoso constante, los amigos y colaboradores en la misma situación”, y él mismo con la casa asediada constantemente, no obstante, “nada de esto nos hace perder la confianza en la verdad que nos anima y por la que trabajamos”, y en esa “verdad”, para Matos, están incluidos los “derechos inalienables” para todos los cubanos.
Este año “duro” del Movimiento San Isidro también le pertenecen a Verónica Vega, Yasser Castellanos, Soandry del Río, José Ernesto Alonzo y Sandor Estudiantes Sin Semillas, a René Hernández y a los que se fueron y por los que Otero Alcántara siente nostalgia.
La curadora Yanelys Núñez y el artista Nonardo Pereia se sienten parte del Movimiento desde España.
Según Núñez, el surgimiento del grupo fue “la consolidación de varios meses de trabajo en colaboración”, donde se posicionaron como artistas “frente a la política cultural del gobierno, pero ser parte me hizo sentir menos sola porque sé que hay un grupo de personas que está y estará ahí para mí como una familia”, mientras que Nonardo agradece haber encontrado un espacio donde “los artistas independientes son tomados en cuenta, y valorados por su trabajo”, ambos desde España se mantienen en activo en el MSI.
Claudia Gienlui es una de las últimas adquisiciones del grupo, y aunque no vivió algunas de las acciones del inicio para ella la experiencia de “visibilizar la fuerza y el poder que tiene el arte” ha sido muy valiosa como curadora. “Los artistas que lo integran han sido para mi ejemplos de fortaleza y convicción, capaces de quebrar y extender los límites a todos los niveles”, lo que le ha permitido ir desapareciendo “el miedo a pensar, a hablar, a disentir”, y el cambio se lo ha generado el hashtag #estamosconectados, que se hace viral y genera una ola de solidaridad en la redes sociales cada vez que las fuerzas del régimen deciden reprimir a algunos de sus miembros.
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