LA HABANA, Cuba.- El segundo semestre de 2017 se perfila como la etapa de mayores dificultades económicas que enfrentará el país en los últimos años.
No se trata de un pronóstico sino de la realidad que actualmente se analiza en los diferentes organismos estatales, sobre todo en las empresas vinculadas a la producción, una buena parte en peligro de cierre parcial o temporal, entre estas varias fábricas productoras de cemento y de materiales para la construcción, lo cual perjudicará importantes proyectos en ejecución.
Desde finales del 2016 el gobierno, aún sin reconocer públicamente la crisis que atravesaba, puso en práctica un cúmulo de medidas para extremar el ahorro de combustible y evitar su desvío hacia el mercado negro. En lo que va de año, nuevas disposiciones gubernamentales encaminadas al control de los hidrocarburos han perjudicado el cumplimiento de los planes productivos en las empresas estatales.
Para los próximos días, se prevé un incremento de los precios actuales del petróleo tanto para el sector estatal, donde se cotiza a solo 0.83 centavos de CUC el litro, como para el privado, con lo cual numerosos servicios pudieran verse afectados, entre ellos los de la transportación pública.
Al déficit de combustible se ha sumado ahora la sequía intensa, además de la incertidumbre sobre los rumbos de la política norteamericana con respecto a Cuba y la posible anulación del embargo económico impuesto desde los años 60, una verdadera tormenta de adversidades que harán mucho más compleja la situación interna al aumentar el descontento popular de cara a las elecciones del 2018.
“Se espera que después de junio se ponga bien difícil. No se sabe qué va a pasar ni cómo se va a salir del atolladero. Las cosas no han estado saliendo como se previó y no me refiero solo a la crisis en Venezuela que sí se veía venir sino al problema de la sequía, al comportamiento de las inversiones extranjeras. El boom del turismo que ha sido un verdadero chasco, el descubrir que no estamos aptos para asumir una avalancha de visitantes ni para elevar los estándares de nuestra oferta, en todos los sentidos, y por supuesto, Trump, que ha puesto nervioso a más de uno por allá arriba”, ha dicho a CubaNet, bajo condición de anonimato, un alto funcionario del Ministerio de Economía y Planificación de Cuba.
En las calles, las personas temen al regreso de los apagones, la falta de agua, la carencia total de alimentos y ya se comienza a hablar en términos nada condescendientes sobre los gobernantes y la urgencia de un cambio político.
“Primero redujeron la mitad de la plantilla. A los que quedamos, nos pusieron primero media jornada de trabajo y como a los seis meses nos mandaron para la casa. Habíamos quedado ‘disponibles’, que es como ellos le llaman a los desempleados. (…) Tienen que reconocer que no pueden. Que no inventen más y que reconozcan que esto se jodió”, comenta Daniel, que trabajara como técnico especialista en la empresa CUPET.
“Hay días en que no se trabaja porque hay que ahorrar electricidad y nos pasamos en el plan. Después, que no hay agua, que si no hay materia prima, así va pasando el mes y al final cobras una porquería. El director dice que ahora estamos bien, que a partir de junio la cosa se pondrá peor. (…) Yo te digo, si me vuelven a meter apagones y otro periodo especial, yo sí salgo para la calle porque esta negra con el estómago vacío sí se pone fea fea”, asegura Regla, obrera de la fábrica de almohadillas sanitarias Mathisa.