LA HABANA, Cuba.- Los venezolanos que protestan en las calles para impedir que el régimen de Nicolás Maduro logre acabar de demoler las instituciones democráticas e instaure definitivamente la dictadura, han inventado un arma con qué enfrentar a los represores de la policía, la Guardia Nacional y los Colectivos Bolivarianos: los ‘puputov’. Se parecen a los cócteles molotov, pero en vez de combustible llevan mierda.
Los cotorrones del régimen chavista, que no pierden ocasión de acusar a los opositores de fascistas, terroristas, y de adjudicarles planes golpistas de tenebrosas tramas para provocar una intervención extranjera en el país, aseguran que los ‘puputov’ constituyen una forma de guerra química, muy peligrosa para la población, debido a que puede provocar la diseminación de enfermedades.
Poco falta para que Delcy Rodríguez, Diosdado Cabello, Elías Jaua, Roy Chaderton o cualquier otro de los cotorrones al servicio de Maduro, vincule las bombas de excremento con las teorías de los golpes suaves del profesor Gene Sharp y establezcan la conexión con la OEA, la CIA y el Comando Sur.
Con lo fácil que sería reconocer que las ‘puputov’, como las guarimbas, son simplemente el resultado de la rabia y la desesperación de un pueblo ―¡gloria al bravo pueblo!, como dice el himno venezolano― que no se resigna a que le arranquen la libertad, la poca que le va quedando.
Es sabido que la asesoría castrista está detrás de cada paso que dan Maduro y sus secuaces para el sostenimiento de su régimen; desde la represión pura y dura y los intentos de desacreditar a los líderes opositores, hasta las marañas leguleyas y la asamblea constituyente a la cañona con que pretenden “blindar las conquistas de la revolución bolivariana” y cuyo resultado no puede ser otro que el socialismo irrevocable, esa aberración calcada de la constitución con que nos aherrojan a los cubanos.
Pero no debe haber sido a los asesores castristas a quienes se les ocurrió eso de acusar a los guarimberos antichavistas de emplear armas químicas por lo de las bombas ‘puputov’. Lo digo porque los represores castristas, viles y escatológicos como son ―por si las dudas y para que no me crean demasiado fino, prefiero llamarlos mierderos―, han recurrido profusamente y durante mucho tiempo, a través de sus turbas de chivatones, al empleo de su versión de las ‘puputov contra los opositores’, sin preocuparse por la diseminación de microbios y enfermedades.
En honor a la verdad, el invento de lanzar recipientes con orines y mierda a sus adversarios, para vejarlos y desmoralizarlos, no es de los castristas. Es una vieja práctica entre lo peor de la población carcelaria y de ciertos elementos patibularios de los peores barrios marginales. Los castristas, que beben lo peor de cada fuente, simplemente se la apropiaron.
En el verano de 1980, cuando se estrenaron los actos de repudio, en el mejor estilo maoísta, las turbas procastristas además de escupir, apedrear y golpear a las personas que se iban del país, solían lanzarles huevos podridos y mierda.
La práctica, aplicada contra los disidentes, reapareció a partir de los años 90. En decenas de oportunidades, partidarios del régimen, alentados por la Seguridad del Estado, han lanzado excrementos, aguas albañales, huevos y vegetales podridos, animales muertos y otras inmundicias contra casas de opositores. Lo han hecho, entre otros casos, contra la vivienda del ex preso político Librado Linares y más recientemente contra la casa de Caridad Burunate y Felipe Marrero, en Colón, Matanzas, donde radica la sede del Proyecto Thondike.
Con tal de hostigar a los opositores, el régimen no se ha preocupado de esparcir virus y microbios que pongan en riesgo la salud de la población. Preocupación que sí tienen cuando multan con severidad ―precisamente por “diseminación de enfermedades”― a los llamados buzos, los infelices náufragos de la sociedad socialista que para buscarse unos pesos y poder comer, hurgan en los contenedores de basura y en los vertederos. El reguero de basura que dejan los buzos no es peor ni más peligroso que las aguas albañales que corren por las calles, pero hay que mantener el orden ciudadano y hacer que se respete la legalidad socialista…
Seguramente, los segurosos cubanos enviados a Venezuela se las ingeniarán para lidiar con las ‘puputov’. Después de todo, a la mierda y la peste están acostumbrados. Puede que hasta los ponga nostálgicos.
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