LA HABANA, Cuba. – La reciente visita a Estados Unidos del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con motivo de la entrada en vigor el pasado 1ro de julio del nuevo tratado de libre comercio T-MEC entre su país, Estados Unidos y Canadá, constituye una doble derrota para la estrategia de la izquierda castro-chavista en la región.
No hay que olvidar que esa izquierda se opone frontalmente a los tratados de libre comercio que cualquier país de América Latina firme con Estados Unidos o la Unión Europea. En ese sentido, destacó el alboroto formado por Hugo Chávez en el 2005, cuando no se pudo concretar el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El castro-chavismo argumenta que esos tratados son perjudiciales para los países de menor desarrollo, los cuales ven inundados su mercado interno con mercaderías de su contraparte más poderosa, además de caer en manos de las empresas transnacionales, con la consiguiente imposición de lo que denominan “el modelo neoliberal”.
Entonces, la primera derrota de ese discurso izquierdista sobreviene con el reconocimiento de AMLO acerca de las ventajas que ha obtenido México del libre comercio que practica con Washington y Ottawa, La entrada preferencial de los productos mexicanos en sus socios del T-MEC, lo que garantiza altos niveles de crecimiento económico al país azteca, al parecer, compensa cualquier otro inconveniente que esa relación pueda reportarle. De esta manera, queda en entredicho uno de los mitos de esa izquierda radical.
Por otra parte, se le esfuma al castro-chavismo la esperanza que una vez albergaron en la figura de AMLO, en el sentido de que el mandatario mexicano mantuviera una postura menos amigable hacia Estados Unidos. Aunque ya habían obtenido un anticipo contrario a sus deseos cuando AMLO aceptó detener la marcha hacia territorio estadounidense de caravanas de centroamericanos. Todo ante la sugerencia del presidente Donald Trump de subir los aranceles a los productos mexicanos si no había colaboración del país azteca en ese sentido.
Imaginamos, por ejemplo, qué pueda estar pensando en este momento ese intelectual ultraizquierdista que responde al nombre de Atilio Borón. Porque el señor Borón, en su libro Socialismo siglo XXI, ¿Hay vida después del neoliberalismo? (editorial Ciencias Sociales, La Habana 2016), critica al gobierno de Lula da Silva por no haber construido en Brasil una sociedad diferente tras su llegada al gobierno en el 2002.
“Todo indica que en ese país se produjo una inexplicable rendición incondicional de Lula y el Partido de los Trabajadores ante el poderío de los mercados”. (pag. 138)
En otra parte de su libro, Borón la emprende contra los Kirchner (tanto Néstor como Cristina), a los que acusa de dar muestras de su incondicional adhesión al capitalismo. Y sobre todo a Néstor, por haber aceptado una invitación de la Bolsa de Valores de New York, en Wall Street, para visitar su sede. (pag. 64)
Si así se expresó Borón de figuras que hoy son banderas de la izquierda latinoamericana, qué dirá entonces de un presidente de nuestra región que visitó a Donald Trump en Washington y que, según la mayoría de las informaciones que han circulado, se mostró muy amigable con su anfitrión.
La prensa oficialista cubana, por su parte, no dijo ni media palabra de la visita de AMLO a Washington. Esa prensa, que se mantiene al tanto de todas las actividades de Trump con tal de denostarlo -ahora mismo ofreció amplios detalles de la visita del Presidente a la Florida-, quedó como desconcertada tras el encuentro entre AMLO y Trump.
Claro, al castro-chavismo le importa más contar con un México hostil a Washington, que contemplar el bienestar para ese país como consecuencia de la juiciosa política de su Presidente.
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