LA HABANA, Cuba. – La situación energética en la Isla será crítica hasta finales de junio. ¿Las razones? Falta de combustible, incremento de la demanda debido a las altas temperaturas y termoeléctricas desbaratadas que estarán fuera de servicio por mantenimiento para poder garantizar una situación más favorable durante los meses de verano. Eso han dicho los dirigentes del régimen, así que lo que toca es joderse, porque el anuncio ha venido acompañado de advertencias muy claras de lo que podría ocurrirles a quienes protesten o alienten manifestaciones populares.
Mientras ellos buscan maneras de controlar el magma social a punto de estallar por todos lados, hay que escuchar las conversaciones o leer los chats entre la gente que vive en La Habana, donde todavía se está un poquito mejor, y sus familiares en el resto de las provincias. No hace falta imaginación para escuchar los gritos o sentir la ira de cientos de miles de cubanos que están siendo torturados lentamente con el quita y pon de la corriente, la frustración de saber que la comida que costó miles de pesos se va a echar a perder, la desesperación por no poder calmar a un bebé que berrea en medio de temperaturas infernales y picaduras de mosquitos.
En una directa de esas que rompen el pecho, Wilber Aguilar, padre del preso político y manifestante del 11 de julio Walnier Luis Aguilar Rivera, le fue con todo a la dictadura por haberle negado la visita que le correspondía al muchacho el Día de las Madres. La familia se quedó fuera de la prisión sin poderlo ver, con el saco de alimentos al hombro y el abrazo pendiente. Entre las muchas cosas que ese padre dolido le gritó a los desalmados que gobiernan este país, su denuncia sobre la impunidad con que actúan los represores y la indefensión de los ciudadanos debería ocupar el lugar más importante en cualquier debate que se tenga sobre Cuba, especialmente en el ámbito internacional.
“Yo los acuso a ustedes por esto que están haciendo”, declaró Wilber en su directa, y dejó abiertas varias interrogantes que deberían hacerse quienes opinan que solo los cubanos, poniendo el cuerpo, pueden remontar la presente situación. En un país sin separación de poderes, ¿quién acusa a este régimen? ¿Qué tribunal se pondrá del lado de los oprimidos? ¿A qué instancia puede acudir un pueblo obligado al silencio, la inanición y la pérdida de la cordura bajo amenaza de cárcel, cadena perpetua e incluso pena de muerte?
El exterminio paulatino de los cubanos no solo es responsabilidad de los Castro, Díaz-Canel y demás funcionarios que aceptan cerrar los ojos a cambio de vivir bien y robar todo lo que puedan, aunque solo sea durante un corto período. También son responsables los organismos internacionales que por demasiado tiempo se han dedicado a “observar” cómo se desmembra esta nación, alimentando la permanencia del neocastrismo en el poder mientras los cubanos emigran en masa arriesgando sus vidas, o enloquecen dentro de la Isla en un círculo vicioso de problemas causados por la pésima gestión gubernamental, que acarrean problemas mucho mayores.
En Cuba hay una crisis humanitaria, alimentaria y de salud pública. Hasta el más curtido se enferma de los nervios con apagones de 18 horas, sin agua potable porque no hay combustible para bombearla, tratando de que no se le pudra la comida que tanto dinero y esfuerzo costó. Así no se puede vivir.
Ningún gobierno debería obligar a un pueblo a soportar una existencia tan miserable sabiendo que la solución es que renuncien al poder. La comunidad internacional está esperando, cruzada de brazos, a que los cubanos paguen con sangre el precio de su libertad, cuando el mundo libre podría adoptar posiciones más enérgicas que limiten al máximo los canales de financiamiento de una maquinaria de terror y prevaricación.
La gente en Cuba se muere de hambre, de padecimientos agravados por la falta de medicinas, de tristeza y desesperanza. No hay dinero para comprar combustible, leche, harina, arroz, medicamentos ni insumos médicos; pero sí hubo para la payasada del Primero de Mayo, la rueda de casino en La Piragua, el festival culinario de Lis Cuesta, el Festival del Habano y todo lo que contribuye a lavar la imagen de un Gobierno que ni siquiera puede adecentar los aeropuertos por donde llegan los ansiados turistas.
¿Dónde está el dinero de este país? Seguimos esperando saber cómo y en cuáles hospitales fueron invertidos los 17,8 millones de euros recaudados en la subasta de humidores del pasado Festival del Habano que, según sus organizadores, serían donados al sistema de salud pública de la Isla.
Nadie niega el lamentable papel que ha desempeñado el pueblo cubano en su propia desgracia; pero si de la noche a la mañana los militares han reactivado y multiplicado sus vías para recaudar divisas, es porque el “enemigo histórico” les está tendiendo las dos manos a pesar del supuesto bloqueo. Eso se llama complicidad, y sus consecuencias las están pagando quienes viven en esta tierra, principalmente los presos políticos y sus familiares.
Las palabras de Wilber Aguilar deberían resonar en el pensamiento de cada cubano y más allá, porque esos países democráticos que se dicen “amigos” de Cuba tienen una alta cuota de responsabilidad en el desastre nacional. Son ellos los que insuflan oxígeno a la dictadura en forma de donaciones y financiamiento para proyectos de desarrollo que jamás se concretan. Son ellos los que lavan la imagen de una mafia torpe e insaciable que recurre al presidio político como medida punitiva contra ciudadanos inocentes que tienen todo el derecho de no aceptar la irrevocabilidad de un sistema que los ha empobrecido y desmoralizado.
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