LA HABANA, Cuba. – Este jueves en horas de la noche fue noticia el brutal asalto, por parte de las fuerzas represivas del régimen castrista, a la vivienda sita en Damas 955, en La Habana Vieja. El modesto inmueble es el domicilio del artista Luis Manuel Otero Alcántara y al mismo tiempo allí radica la sede del Movimiento San Isidro, que recibe su nombre de la humilde barriada en la que está enclavado.
El acto de fuerza provocó un justificado rechazo. Y no sólo de parte de opositores y disidentes de los más diversos perfiles y tendencias, juntados, por encima de sus diferencias, en el apoyo al pequeño grupo de valientes jóvenes en huelga de hambre. También lo hicieron, en lo internacional, diplomáticos extranjeros acreditados en Cuba, portavoces de gobiernos democráticos y organizaciones defensoras de los derechos humanos.
En el plano interno, el respaldo provino asimismo de sectores que no suelen destacarse por asumir posturas que impliquen un cuestionamiento del lamentable estado de cosas que impera hoy en nuestra Patria. Personalidades del arte y el deporte, así como simples cubanos de a pie, pidieron a las autoridades mostrar moderación y receptividad ante ese desafío.
En el seno de este grupo de compatriotas que no se han autodefinido como contrarios al régimen imperante, se destaca —pienso— el cantautor Carlos Varela. Una de las más icónicas canciones del eminente compositor reclama protagonismo para los hijos del legendario libertador de Suiza. Ahora, tras el paso de los años y en medio del inmovilismo gubernamental, don Carlos se pregunta: “¿Cuándo serán escuchados los nietos de Guillermo Tell?”…
El motivo o pretexto esgrimido por las autoridades cubanas para tratar de justificar la feroz irrupción en San Isidro fue la presencia, junto a los ayunantes, del señor Carlos Manuel Álvarez Rodríguez. Se trata de un compatriota residente en México que llegó de visita a Cuba. Como suele hacerse en estos tiempos de pandemia, a su entrada se le tomó una muestra de sangre para determinar si era portador del Virus Comunista Chino.
El mencionado visitante se presentó en casa de Otero Alcántara el pasado 24. Al día siguiente se conmemoraba un aniversario de la “desaparición física” del actual morador del Seboruco de Santa Ifigenia. (¿Por qué voy a privarme de repetir la cursilería entrecomillada, que tanto agrada a los cotorrones castristas?). Los represores tenían que dejar pasar esa fecha sin mayores incidencias.
El escenario quedaba listo —pues— para el jueves 26. Cuando estaba ya oscuro (¿no nos dijo Bolívar que al amparo de la noche no trabaja sino el crimen!) se presentaron los segurosos. ¡Por supuesto que no era para interrumpir a unos pacíficos ciudadanos que, en protesta por un atropello —¡por muchos, en realidad!— usaron sus propios cuerpos como escudos de la justicia!
¡En absoluto! Lo que sucedió es que los represores (¡que, según ellos mismos, tanto se preocupan por la salud de sus conciudadanos!) vinieron a comunicar que el señor Álvarez había dado positivo a la COVID-19. No se trataba —pues— de reprimir una protesta pacífica en un domicilio particular. El único objetivo perseguido era cumplir los protocolos establecidos en pro de la salud pública.
A raíz de todo esto, mi hermana de causa Martha Beatriz Roque, refiriéndose al referido visitante inesperado, se pregunta: “¿Cómo entró este periodista con la fuerte vigilancia que tenían, que no permitió entrar a diplomáticos, sacerdotes, monjas, periodistas acreditados, e incluso familiares de los huelguistas, entre ellos menores?”.
No sé si el comentario hecho este viernes por Yoani Sánchez en su “Cafecito informativo” (podcast que recomiendo escuchar de lunes a viernes a todos) fue en reacción a esa pregunta que formuló la también economista independiente. O si la directora de 14yMedio está refiriéndose a planteamientos más tajantes o directos hechos por otras personas.
El hecho cierto es que, en su transmisión de este 27 de noviembre, la talentosa bloguera alude a “gente que no conoce muy bien la historia” y está “sembrando una duda” sobre el propio señor “al que acusan de haber sido el Caballo de Troya”. También recomienda, “antes de adelantar juicios, […] sentarnos y pensar realmente a quién le hacemos el favor cuando pensamos así”. Y concluye: “Todas las flechas de mi carcaj son contra la dictadura”.
El propio aludido, en su muro de Facebook, arremete contra los que llama “patriotas de sofá”. También habla de “vileza gratuita”, “comentarios mezquinos” y “sospechas viles que [..] ya están lanzando sobre las posibles intenciones mías a la hora de entrar a San Isidro”. Él se abandona a una pormenorizada descripción de lo sucedido una vez que lo extrajeron de Damas 955, pero —dato curioso— guarda silencio sobre cómo fue que logró llegar allí.
No quiero dejar sola a la que es mi querida hermana de causa desde los tiempos de La Patria es de Todos. Tampoco tengo algo que alegar en contra de la brillante Directora del diario 14yMedio, que realiza una labor tan loable. Y en verdad no deseo dar pie a que alguien me acuse de dar crédito a las “calumnias”, “intrigas” y “rumores” que menciona esta última comunicadora.
Por eso me limitaré a reformular la pregunta de Martha Beatriz: Si diplomáticos, sacerdotes, monjas, amigos de los ayunantes, parientes de estos (no importa si niños o ancianos), y simples ciudadanos no residentes en la cuadra, se vieron impedidos de acceder al domicilio de Luis Manuel (pues los destacamentos policiales ubicados en las dos esquinas les impedían pasar), ¿cómo fue que el señor Álvarez Rodríguez sí logró hacerlo!
Y una sugerencia a los que estén convencidos de la inocencia de este último, a los que consideren una canallada poner en dudas la pureza de su actuar. A estos no les recomiendo imponerle una medalla (en definitiva, los anticastristas cubanos no otorgamos ese tipo de galardones). Pero sí organizarle un homenaje, ¡el cual merecería de sobra tras lograr burlar el cerco tendido alrededor de la sede de San Isidro! Eso sí, desde ahora les pido que excusen mi inasistencia a ese acto.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.