VILLA CLARA, Cuba. – En la puerta de la casa de Aymara Ojeda, en el reparto Santa Catalina, hay acumulados más de cinco sacos de basura a punto de la descomposición. En la calle se percibe el mal olor que proviene de los propios sumideros hogareños que desprenden hacia el pavimento pequeños hilos sépticos y pegajosos. “No la han recogido hace más de una semana, mucho antes de que hablaran de la crisis en la Mesa Redonda. En la sala no hay quien esté, por el mal olor”, responde la mujer, indignada y a punto de pagar ella misma a un particular para que se lleve todos los desperdicios de la acera.
“Ayer, la vecina le dio cuarenta pesos a un borracho que vive al doblar para que sacara de la calle a un perro atropellado, porque entonces sí no íbamos aguantar cuando aquello empezara a ponerse feo”, agrega ella. La situación de esta zona no resulta específica por estos días en el municipio de Santa Clara. A menos de una cuadra del parque central se advierten grandes cúmulos de basura en las esquinas, malolientes y olvidados. Santa Clara simula un vertedero gigante a los ojos de los propios turistas que la visitan y se cuestionan sin respuesta la razón de tanta suciedad.
“Lo peor de todo esto es la cantidad de dengue que hay en el ambiente”, opina Marcos Domínguez, un ciudadano que espera el ómnibus hacia la terminal en la parada del parque. “Todos esos basureros traen más mosquitos y hasta ratas. No es solo la basura de lo que hay que quejarse ahora mismo. Ayer tenía que hacer unos trámites y las muchachas me dijeron que no podían trabajar después de las doce porque no les permiten encender las computadoras. Yo entiendo que no prendan los aires acondicionados, pero, ¿cuánto puede gastar de energía una computadora?”
A partir de la actual crisis, también han cerrado en Santa Clara muchos centros en los que solo se puede permanecer con los aires acondicionados prendidos. En las tiendas y otros establecimientos gastronómicos escasean productos como el refresco enlatado Ciego Montero o la cerveza de producción nacional por no contar con el combustible para traerlos desde los respectivos almacenes. “Estamos trabajando con la reserva de cerveza Hollandia que teníamos guardada aquí mismo, cuando se acabe, se acabó. Todos los días sacamos un poquito”, explicó uno de los dependientes del Complejo Santa Rosalía, perteneciente a la cadena Palmares.
Esta semana, la mayoría de los centros de trabajo en Santa Clara han decidido cerrar sus puertas pocos antes de las doce del mediodía, incluyendo escuelas primarias y secundarias. La sede central de la Universidad de Las Villas también recesó a sus alumnos por estos días a causa de la falta de combustible para garantizar el traslado en el tren y tras la reducción del parque de ómnibus que cubre la ruta.
Desde horas tempranas y hasta cerca de las ocho de la noche, en las paradas situadas frente al parque de Santa Clara, la principal arteria de transportación de la ciudad, se acumulan más de ochenta personas para llegar a destinos bastante alejados como la zona hospitalaria o el reparto José Martí, a los cuales resulta imposible acceder de otro modo que no sea a partir del transporte automotriz. La crisis de combustible ha conllevado que desaparezcan las llamadas “motonetas”, principal medio de movilización dentro del centro de la ciudad. Los propietarios de autos privados, conocidos como boteros, deben abastecerse en el kilómetro 259 de la autopista nacional.
“Si no hay combustible, no me puedo mover, lo que tengo es de reserva y para alquiler, para echar el diario”, dijo a Cubanet un chofer de los que antes cubría la ruta hacia la carretera de Sagua. Por otra parte, la circulación de los vehículos de tracción animal no está permitida en las calles más céntricas de Santa Clara y deben realizar un recorrido incómodo que bordea y esquiva las paradas donde se acumula mayor cantidad de personal. “Yo vivo cerca del parque, para ir al hospital en un carretón de caballo tengo que caminar hasta la piquera del ferrocarril, que son siete cuadras más o menos, hacer tremenda cola y dar una vuelta grandísima para que me dejen al costado del Materno. Es preferible irse caminando”, contó Ángela Guerra, una trabajadora entrevistada.
De acuerdo con las disposiciones del Consejo de la Administración Provincial en Villa Clara, solo se permite la venta de Diésel en un servicentro por municipio y directo al tanque de los vehículos, solamente 30 litros diarios. El propio documento, publicado por el periódico Vanguardia, también realiza una aclaración, ¿o advertencia?: “No se garantiza que tengan combustible las 24 horas”.
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