LA HABANA, Cuba. – La declaración de las autoridades cubanas sobre el control de la pandemia de coronavirus en la Isla deja un rastro de ausencias informativas en perjuicio del sistema de salud comunitario establecido en la Isla.
Los especialistas de Salud en Cuba distinguen que, en teoría, la estructura de control epidemiológico permite el pesquisaje de grupos reducidos de población, lo que facilita el rastreo de la cadena de transmisión.
Pero esta actividad milimétrica de vigilancia sanitaria no traspasa completamente el control informativo. Quienes intentan tener una opinión personal sobre el control epidémico encuentran obstáculos en la ausencia de variables como el número de pacientes por hospitales o las cifras municipales de personas a las que se les realiza el test diagnóstico de PCR.
El bioquímico Oscar Casanella se especializó como investigador del cáncer y profesor de inmunología. El científico organizó en gráficos la información difundida en los partes diarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
“Muchas personas me critican porque consideran que la cifra de pacientes en los hospitales no es importante, pero es un error. La cantidad de casos positivos por hospital ayuda a los pacientes con síntomas a decidir el centro menos congestionado a la hora de acudir al médico, y a la vez evita que se saturen las capacidades”, explicó Casanella.
Los hospitales civiles y militares reportaron los ingresos inicialmente y dejaron de hacer públicas sus estadísticas una vez que aumentaron los casos de contagio. “Mi opinión es que dejaron de reportar cuando estaban próximos a saturarse”, señala Casanella.
El municipio epicentro
A finales de mayo, el reporte de un caso diagnosticado con el virus en el edificio ubicado en la avenida Carlos III y Franco, en Centro Habana, desató las alarmas en la vecindad. Según el médico de la comunidad, la cadena epidemiológica de la paciente se extendió a 12 personas.
Al día siguiente, pocos vecinos se acordaban del peligro en la cuadra. El parte del cierre diario del MINSAP mencionó un caso de contagio en Centro Habana, de 2015 muestras estudiadas en el país. No se conocieron cuántas muestras, de las 2000, fueron tomadas en el municipio.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Centro Habana sostiene la mayor población flotante de Cuba. Además, unas 100 000 personas acuden diariamente al municipio de 3,42 kilómetros cuadrados, donde se mantiene el diseño republicano en la principal zona comercial metropolitana.
Por sus características, el alto riesgo de contagio en el territorio causó el cierre municipal, unido a otras medidas de control social y epidemiológico como la limitación de las ventas en las tiendas solo a los residentes en el municipio.
A pesar de las medidas de urgencia, quienes residen en Centro Habana pierden la percepción del riesgo al desconocer el número de pruebas diagnósticas que se realizan en el municipio.
Los datos recogidos por Casanella en el lenguaje de programación expresan la necesidad de informar la cantidad de test realizados en las localidades.
“No es práctico hacerlo en lo partes diarios del MINSAP, pero los gobiernos municipales deben proporcionar la información de cuántos test diagnósticos por RT PCR se realizan en su localidad”, señala el bioquímico.
Expansión de los test
Los especialistas aseguran que el aislamiento, el rastreo de contactos y el aumento de las pruebas son los factores determinantes en la batalla contra la COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el incremento sostenido de los test diagnósticos.
El sistema de control epidemiológico cubano ha mantenido el cierre de zonas afectadas, el pesquisaje masivo, el rastreo de contactos, así como las restricciones de movimiento en la Isla. Sin embargo, el riesgo de los subregistros de casos asintomáticos de los que Cuba cuenta el 52 %, no encuentra ofensiva en los test.
El estudio gráfico del bioquímico refleja el mantenimiento sostenido en el número de pruebas diarias cuyos resultados, advierte, deben ser un freno para la reapertura económica.
“Vamos a estar seguros cuando las cifras estén en cero por la aparición de una vacuna. Ahora, es importante aprovechar al máximo la capacidad de realizar test. Cuba debería invertir en equipos termocicladores, en personal e infraestructura de los laboratorios”.
Dos semanas después de confirmados los primeros casos de coronavirus en la Isla, las autoridades anunciaron la disposición de 40 000 pruebas de PCR para el diagnóstico molecular, así como 100 000 pruebas rápidas para aplicar en los centros de aislamiento y a los viajeros que arribaban al país.
Las organizaciones Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud contribuyeron al aumento de la disponibilidad de pruebas, junto a las donaciones realizadas por países como China y Francia.
“En Cuba se hacen test aleatorios, pero no son diagnósticos”, advierte Casanella. “Consisten en el test de anticuerpo con tecnología cubana SUMA, que mide la presencia de anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2, para saber por dónde ha pasado el virus”, añade. Hasta la fecha, el país mantiene la capacidad de realizar poco más de 2000 test diarios.
Las autoridades de la Isla preparan las medidas destinadas a la fase de reapertura, en la que habrá que convivir con el riesgo epidemiológico durante un tiempo indefinido. Es público que será obligatorio el uso de la mascarilla en hospitales y centros de elaboración de alimentos.
Además, se anuncia como premisa para la entrada a Cuba la realización de pruebas diagnóstico en el momento del arribo de los viajeros y el aislamiento de los sospechosos. Para lograrlo, el Gobierno deberá contar con una infraestructura a tono con la necesidad de ofrecer mayor cobertura de test, que asegure la confianza en el control epidemiológico sin las sombras que generan las ausencias informativas.
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