SANTIAGO, Cuba. – Ser mujer y activista de derechos humanos en la Isla supone un doble sacrificio que muchas cubanas han asumido sin temor a las consecuencias. En Cuba, las activistas sufren actos de hostigamiento, amenazas, golpizas, multas e incluso corren el peligro de ir a prisión, solo por oponerse pacíficamente al Gobierno.
En los últimos meses se ha observado un notable aumento de la represión, especialmente contra de las periodistas independientes. No obstante, las Damas de Blanco e integrantes de otros grupos opositores siguen denunciando altos niveles de acoso por parte de la Seguridad del Estado.
Sobre el desafío de ser mujeres opositoras en Cuba, nuestra redacción conversó con algunas disidentes que han sido recientemente violentadas.
Iliana Hernández es periodista del medio independiente CiberCuba y ha sido una de las más notables víctimas del régimen cubano.
“Me siento completamente indefensa. A la Seguridad del Estado no le ha bastado con meterse en mi trabajo sino que también ha interferido en mi vida privada”, comentó la reportera y activista, quien ha llegado a no querer tener una relación de pareja.
A principios de enero las autoridades allanaron la vivienda donde reside Hernández, y le confiscaron ―de manera ilegal― varios de sus medios de trabajo.
Por otro lado, entre 2019 y el primer trimestre de 2020, la activista ha tenido que pagar más de 6 000 pesos en multas impuestas de forma arbitraria a causa de su activismo político. De hecho, en la actualidad se encuentra bajo fianza.
Aunque la mayoría de los opositores se niegan a aceptar y pagar estas multas, la reportera de CiberCuba piensa que tal negativa serviría para que el régimen “justifique” la prohibición de salida que pesa sobre ella desde hace dos años. Incluso, podría ser el pretexto para un futuro proceso por un delito común, en este caso, impago de multas.
“No quiero dar pie a que la dictadura pueda justificar una sanción o el no dejarme salir del país ante los tribunales internacionales y la Organización de Naciones Unidas”, explicó.
En similar situación también se encuentra la joven reportera de CubaNet Camila Acosta, quien tiene vetado su derecho a salir del país desde noviembre de 2019 y se ha convertido en uno de los principales blancos del régimen cubano.
“Como mujer, mi vida ha sido de mucho sacrificio. Al ser de una familia humilde siempre quise estudiar y ser una profesional para ayudar a mis padres. Cuando me gradué de Periodismo y vi que con eso no podía lograr nada, mis propósitos se centraron en hacer algo por Cuba, y fue cuando me inicié como periodista independiente”, contó.
Este trabajo, dedicado a revelar al mundo la verdadera realidad cubana, fue el desencadenante de una cruda política represiva en su contra.
“Mediante esta labor me he enfrascado en crear conciencia sobre la necesidad de cambios político-sociales en Cuba, y esta actividad me enfrentó directamente con la dictadura cubana. Empezaron los acosos y represiones por parte de la Policía política”, argumentó la reportera.
En febrero, Acosta tuvo que abandonar la vivienda que rentaba hacía dos años porque la Seguridad del Estado multó a los propietarios, y los amenazó con que perderían el inmueble si no la desalojaban.
“El acoso hacia mí ha sido tal que me he quedado en la calle; por esa causa también familiares y amigos me han dado la espalda”, reveló.
El 9 de marzo ambas activistas, Iliana y Camila, protagonizaron una protesta en La Habana junto a la profesora Omara Ruiz Urquiola y el reportero Abu Dujanah, en reclamo por la libertad del artista Luis Manuel Otero Alcántara, en ese entonces detenido y en riesgo de ser procesado. Los cuatro fueron detenidos.
Después del arresto, Acosta fue amenazada con ir a prisión por los supuestos delitos de “evasión” y “peligrosidad predelictiva”. Más adelante, el viernes 27 de marzo, la reportera fue multada con 3 000 pesos en moneda nacional (aproximadamente USD 120), tuvo que afrontar otra sesión de amenazas en una unidad de policías y perdió su teléfono (fue incautado) por difundir, según sus represores, “información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”.
Antes, el propio día 9 de marzo, varias mujeres activistas también fueron detenidas, citadas e impedidas de salir de sus provincias, para evitar que asistiesen a un desayuno convocado por Mara Tekach, la encargada de negocios de la Embajada de EE. UU. en La Habana.
Sin embargo, aun ante las agresiones estas mujeres han decidido no claudicar en su lucha por la libertad de Cuba. La activista Miraida Martín Calderín da muestras fehacientes de esa determinación.
Se trata de una de las más reconocidas defensoras de derechos humanos en Santiago de Cuba, miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y promotora de la iniciativa Cuba Decide.
“Me incorporé a la oposición en 2011, primero en la UNPACU y luego en las Damas de Blanco. Desde esa misma fecha comencé a ser agredida física y psicológicamente por la Seguridad del Estado”, explicó la opositora.
Miraida ha sido golpeada en múltiples ocasiones por las fuerzas represivas del régimen cubano (por última vez el pasado 12 de marzo).
“Han sido tantas las palizas que me han dado, que no puedo acordarme de todas. No obstante, una de las más traumáticas fue la del 15 de marzo de 2012, cuando otras Damas de Blanco y yo pretendíamos visitar a Wilmar Villar Mendoza (activista de la UNPACU que murió tras 50 días de inanición), quien ya se encontraba grave en el hospital Clínico Quirúrgico de la provincia”.
“Éramos como 20 mujeres y nos detuvieron alrededor de 100 efectivos. Luego nos llevaron a las afueras de la ciudad donde nos golpearon y abandonaron. Después de horas de andar, yo y dos Damas, decidimos intentar entrar nuevamente al hospital pero otra vez nos golpearon, hasta el punto de que yo perdí el conocimiento”, relató la opositora.
Aunque brutales, estos no han sido los únicos maltratos que ha recibido Miraida. Ella y tres de sus hijos, de 16 y 21 años, han ido a prisión al mismo tiempo por motivos políticos.
“Lo más duro no es lo que he pasado yo, sino lo que le han hecho a mis hijos, aun siendo menores de edad. Los han amenazado y golpeado mientras me han encarcelado a mí; todo porque comparten las mismas convicciones que yo”, terminó.
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