LA HABANA, Cuba.- Cuando a mediados de agosto de este año se inaugure el Hotel Packard, de la cadena española Iberostar, en el habanero Paseo del Prado, Cuba contará con dos instalaciones bajo la categoría de 5 estrellas plus.
El Gran Manzana Kempinski dejará de ser pieza única en el tablero de juego de la economía cubana y tendrá su contrapartida. Sin embargo, Kempinski solo será igualado por Iberostar en la carrera del turismo de lujo solo por poco tiempo.
La famosa empresa suizo-alemana, reconocida por sus hoteles de altos estándares, ha anunciado que se dispone este año 2018 a administrar un segundo hotel 5 estrellas plus junto a la corporación empresarial militar cubana Gaviota, así como planea la apertura de un tercero en muy breve tiempo.
Para eso, según aseguran funcionarios de la Dirección de Desarrollo, inversiones y Negocios del Ministerio de Turismo, vinculados a los proyectos y consultados por CubaNet, Kempinski ha puesto sobre la mesa de negociaciones cerca de 200 millones de dólares iniciales para una inversión cuya primera etapa habrá de concluir a mediados de 2019 con la apertura de un hotel en Varadero, asociado a un amplio complejo de marina y campos de golf cuyo costo superará los 500 millones de dólares cuando esté concluido.
El tercero de los hoteles de Kempinski aún no se ha determinado dónde se emplazará pero ya se comienza a hablar de la cayería norte de Ciego de Ávila como lugar definitivo cuando no en el centro del Vedado, con comienzos de la ejecución para inicios de 2019, mientras el gobierno cubano aún no se decide si continuar o no las labores constructivas en la polémica área de las céntricas calles 23 y K ante las quejas de un grupo de arquitectos acerca del impacto negativo de un súper hotel en esa zona urbana, según informaron a CubaNet funcionarios de la Dirección de Proyectos de la inmobiliaria Almest, perteneciente al Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (GAESA).
La otra cara de la apuesta por el lujo
Tal efervescencia constructiva encaminada al gran lujo pareciera describir una dimensión fantástica de Cuba que contrasta con la dureza de lo cotidiano.
Mientras los cubanos de a pie ven cómo sus viviendas cada día se vuelven más inseguras a causa del deterioro por la imposibilidad de adquirir lo necesario para las reparaciones, las constructoras militares descargan a diario miles de metros cúbicos de materiales constructivos en las áreas destinadas al turismo.
Pareciera que el dinero fluye como nunca antes y que, finalmente, el socialismo será construido al mismo ritmo que penetra en la isla el capital europeo con empresas como Accor, Meliá, Iberostar, Globalia y Kempinski, sin embargo, en opinión de expertos, la economía cubana apenas mostrará señales de recuperación si la estrategia continúa tal como va, enfocada en la atracción de capital sin más fin que su acumulación como valor de cambio y no en la generación de bienes y servicios, es decir, en elementos que posean valor de uso como verdadero índice de generación de riqueza, estabilidad, bienestar y prosperidad.
A pesar de que, de acuerdo con los datos publicados por las propias instituciones de gobierno, el turismo ocupa uno de los ejes fundamentales en los proyectos de desarrollo futuro y que incluso es actualmente la principal fuente de ingresos junto a la exportación de servicios médicos, el monto de ingresos anuales por tal concepto no muestra un incremento sustancial desde el año 2014, incluso el presupuesto estatal aprobado para los planes de inversión, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONEI) nunca ha superado los 1400 millones de dólares entre los años 2014 y 2017, años además en que las ganancias reportadas se han mantenido invariables rondando los 3 mil millones de dólares, a pesar del crecimiento de las inversiones y el aumento de visitantes anunciado por la prensa oficialista.
“Es un comportamiento muy raro, sospechoso, suponiendo que las estadísticas reflejen la verdad”, opina el licenciado en Economía Vicente Diago, ex diplomático y ex funcionario del MINTUR, actualmente residente en Costa Rica: “Pero hay un elemento que pudiera explicar cómo es posible que habiendo más inversiones, no crezcan los ingresos y es el dinero que Cuba pierde por concepto de derogación de divisas en un esquema de doble moneda (…). El gobierno posee la mitad del negocio pero buena parte de la mitad que le corresponde a la parte extranjera sale de Cuba hacia otros bancos y lo hace en euros, algo que supone pérdidas considerables en un país donde el dólar y el euro son un problema (…). La apuesta por hoteles de gran lujo no cambia el cuadro de ingresos cuando estos no se vuelven consumidores del producto nacional, es decir, no consumen bienes y servicios de los productores cubanos, al contrario, se vuelven depredadores de otros bienes”, apunta Diago.