LA HABANA, Cuba. – La confluencia de las calzadas de Güines, Guanabacoa y Luyanó con la Carretera Central, en el municipio San Miguel del Padrón, dan forma a una rotonda en cuyo interior se asienta uno de los parques más emblemáticos de la ciudad: La Virgen del Camino.
Miles de personas a diario lo atraviesan rumbo al centro, oeste, este o sur de la urbe. Su ubicación geográfica lo convierte en punto de referencia para la localización de comercios, rutas de taxis y de ómnibus públicos que conectan a San Miguel del Padrón con otros 10 municipios capitalinos.
Numerosos asientos y árboles aseguran un espacio tranquilo para el descanso, pero la mayoría de visitantes se concentra bajo la glorieta que cobija a la estatua esculpida por Rita Longa para alumbrar el camino de los viajeros. Ante La Virgen del Camino concurren devotos y no creyentes. Los primeros le piden milagros y ofrecen promesas.
Una realidad entretejida de leyendas
La historia del parque y su virgen está adornada por múltiples leyendas. La más aceptada, según Amalia Báez Rubalcaba, historiadora de San Miguel del Padrón, narra que el lugar debe su identidad a un comercio de madera que existió a finales del siglo XIX en el lugar donde más tarde se levantara la glorieta.
“Fue un café de emigrantes españoles de la región de León, allí el santo patrón es una advocación de la Virgen María. En la época medieval fue situada en la encrucijada de varios caminos, y las personas pronto comenzaron a llamarla Virgen del Camino”, explicó Báez.
También existía un paradero de ómnibus con una pequeña capilla que mostraba la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, a la que los lugareños también bautizaron como “Virgen del Camino” y que fue demolida por orden del Ministerio de Obras Públicas.
Para reparar el malestar popular provocado por la demolición del comercio, paradero y capilla vinculados a la figura de la virgen, se encargó emplazar una colosal estatua de la representación religiosa. Rita Longa Aristegui fue la artista seleccionada para crear la escultura.
“Tanta era la fe que para la obra se hizo una colecta pública que llegó a recaudar unos 70 000 pesos, una cifra bastante importante para la época”, explica Eddy Quiñones, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba.
Tres años tardó la creación de la virgen, que, en versión criolla, parece brotar de un racimo de hojas de palma mientras sostiene entre las manos una rosa de los vientos. La estatua es una mole de bronce de dos metros de alto, moldeada con líneas curvas que impregnan sensualidad y sensación de movimiento.
El nacimiento de un mito
Cuenta Quiñones que el rito de lanzar monedas a la fuente surgió durante el montaje de la estatua. Por costumbre, Rita Longa colocaba una moneda entre el pedestal y sus estatuas, antes de ser fijadas. Así lo hizo con cada una de sus más de 40 creaciones.
La Virgen del Camino fue develada el 20 de mayo de 1948, con motivo del aniversario de la República. Sin embargo, horas más tarde fue desmontada con el propósito de añadir altura al pedestal. Volvió a su sitio, para la posteridad, 11 días más tarde.
“[Durante el primer montaje] la moneda, caprichosamente, saltó del pedestal un par de ocasiones. Muchos asumieron que era una señal y comenzaron a lanzar las primeras monedas, también depositaban anillos, relojes y otras joyas. Días después ocurre por segunda vez. ¿Accidente? ¿Milagro? Lo cierto es que desencadenó una efervescencia que perdura hasta hoy, y qué mejor señal que esa”, dijo el historiador.
La virgen y sus milagros
Gladis Pardo Llerena trabajó por cinco años en el parque. Relata que entre las hojas de palma, a los pies de la estatua, a menudo aparecen títulos de egresados y otros documentos que abren las puertas a nuevos rumbos en la vida de las personas, en muestra de agradecimiento a los milagros cumplidos.
“Pero la mayoría lo que pide tiene que ver con cuestiones de viaje, lo mismo para salir del país que para viajes interprovinciales”, destaca Pardo.
Ovidio Martínez Sosa es uno de los fieles que habitualmente sube las escaleras de la glorieta para conversar con su “protectora”, a quien, asegura, tiene mucho que agradecer.
“En el 2018 mi hijo y siete personas más se perdieron en el mar, iban en balsa para EE. UU. Pasé dos semanas sin noticias suyas, entonces vine y pedí por él. Horas más tarde llamaron para avisar que los guardacostas recién lo habían rescatado. Para apuntalar más mi fe, devolvieron a todos menos a mi hijo”, comentó.
Sin guardianes, un parque a la deriva
En 2020, durante la cuarentena impuesta por la pandemia, las dos trabajadoras del parque fueron enviadas a casa con una rebaja del 40 por ciento del salario. Meses después fueron cesados los contratos laborales de ambas.
“Cuando nos llamaron fue para recoger la liquidación, el trabajo se quedó en el aire”, cuenta Gladis Pardo Llerena.
Desde entonces, Rogelio Pérez Valdés y Sandalio Pons Vega se turnan voluntariamente para velar por la Virgen. Rogelio trabaja en un agromercado al cruzar la calle. Sandalio no tiene hogar y hace años que pernocta en la glorieta, sobre unos cartones que acomoda en el suelo.
“Cuidamos que no se roben las flores y las monedas que le ponen a la virgen. También barremos las áreas. Ya en la noche se vuelve un lugar peligroso, ni siquiera enciende el alumbrado”, dijo Pons.
Transeúntes y paisanos evitan circular por el parque en horario nocturno, donde son comunes los robos, actos vandálicos y asaltos, dicen.
“A cada rato siento las sirenas de la Policía porque asaltaron a alguien, casi siempre a parejas que se meten en la oscuridad”, argumentó la empleada de una cafetería estatal colindante con el parque, quien cada tres días trabaja en horario nocturno.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +525545038831, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.