LA HABANA, Cuba.- Cuando José Martí fundó el periódico Patria —órgano de prensa del Partido Revolucionario Cubano—, el 14 de marzo de 1892, no podía sospechar que 125 años después su gesto se habría reducido a un lamentable impreso de ocho planas que cada día aterriza en los estanquillos para ser comprado, casi en la totalidad de sus ejemplares, por personas de más de 60 años.
La tradición periodística iniciada por Martí se ha convertido en un galimatías que a la mayoría de los ciudadanos les resulta indiferente y aburrido. Decir Granma o Juventud Rebelde provoca en las personas un mohín de extrañeza, como si se les estuviera preguntando por algo ajeno, o que no tienen en cuenta para nada.
Principalmente los jóvenes, en cuyas manos —dicen— está el futuro de la nación, hacen manifiesto rechazo a la prensa escrita e incluso los noticieros. Viven en un limbo informativo y lo peor es que quieren continuar así. No puede exigírseles lo contrario si los diarios nacionales tienen apenas 8 páginas donde no aparecen noticias y lo poco que hay ha sido escrito con ese estilo tedioso y lento que hoy invade cada resquicio de la vida en Isla.
Una simple mirada a los titulares sugiere que en Cuba nunca pasa nada. En tan poco espacio se mezclan la arenga sostenida por los caídos el 13 de marzo hace 60 años; el muro de Trump; las conversaciones en Siria; la excarcelación del corruptísimo expresidente egipcio Hosni Mubarak; el Clásico Mundial de Béisbol; un ciclo de Cine Francés y el éxito de Haydée Milanés en México.
En Granma la política es tan predominante sobre el resto de los temas que ni siquiera puede considerarse un diario, teniendo en cuenta la falta de variedad. Por otra parte, Juventud Rebelde sacrifica el espacio que podría destinarse a una noticia de verdadero impacto para reproducir textos de canciones de los artistas de moda.
Mientras “La mordidita” de Ricky Martin ha tenido su momento en el Diario de la Juventud Cubana, la realidad nacional, plagada de problemas sin resolver, brilla por su ausencia. No hay crítica ni polémica, ni un solo texto en que se haga notar la voz del periodista y su compromiso con la sociedad, no con el gobierno.
Los periódicos cubanos son un dechado de censura, que apuesta por ocultar temas sociales candentes para, en cambio, reiterar peroratas de carácter histórico o político-ideológico. Mientras crece la delincuencia en La Habana, se habla del parque fotovoltaico de la provincia Granma, algo que casi nadie sabe que existe, ni le interesa. El acelerado ritmo de la existencia mantiene a las personas alejadas de la literatura, sea informativa o recreacional, a menos que se dialogue sobre cuestiones con las que se identifique el lector, en un lenguaje fluido y ameno.
No es de extrañar que algunos jóvenes solo lean la sección de Deportes o las curiosidades internacionales agrupadas bajo el encabezado de Hilo Directo. A la mayoría no le importa y es lamentable, sobre todo porque una juventud desinformada no tiene nada que aportar al desarrollo intelectual de un país. Sin intelecto, algo que en Cuba continúa muriendo aceleradamente por falta de ejercitación, la patria de José Martí se resume a una larga y cansada fila de burros subiendo una loma.
La ignorancia y apatía como estrategia para anular la voluntad de las nuevas generaciones ha resultado maravillosamente a la cúpula de poder; pero vale preguntarse qué Cuba tendremos dentro de 20 años si los cubanos mantienen esa actitud de “todo me da igual”. No hay manera de ser participativo si se ignora lo que ocurre en el país.
Muy pocos reconocen que en la prensa plana no aparecen noticias, o se aventuran a decir que necesita cambios. Hubo muchos entrevistados que mintieron ante las cámaras sobre si leen o no la prensa. Probablemente tomaron al equipo de CubaNet por periodistas oficiales; pero lo interesante es el hecho de que la gente se vea precisada a mentir, incluso cuando se trata de una decisión tan personal como leer el periódico.