El riesgo de una guerra entre Ucrania y Rusia aumenta, advirtió el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano Andrei Dechtchitsa a la ABC sobre las posibilidades de que estalle un conflicto militar entre Kiev y Moscú. “La situación se está volviendo incluso más explosiva de lo que era hace una semana”, aclaró Dechtchitsa en el programa político dominical “This Week”, que habló en diferido desde la capital ucraniana.
“En estos momentos, si las tropas rusas invadieran las regiones orientales de Ucrania, sería difícil pedir a los ucranianos que viven allí no respondieran a esta invasión militar”, reconoció el ministro. Dechtchitsa aseguró que su país ha recurrido a “todas las medidas diplomáticas y sanciones económicas y financieras para detener a Rusia”, pero en Ucrania “no sabemos qué tiene (el presidente ruso Vladimir) Putin en mente y cuál será su decisión”.
Miles de ucranianos salieron a manifestarse en Kiev el domingo para expresar su temor de que Rusia repita en su país la misma operación que en Crimea. Las tropas rusas están listas para atacar a Ucrania “en cualquier momento”, declaró el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andrei Parubi desde el podio de la Maidán, la Plaza de la Independencia en Kiev.
Casi al mismo tiempo, el ministerio ruso de Defensa declaró que Moscú “respeta todos los acuerdos internacionales sobre la limitación del número de tropas en las regiones fronteriza con Ucrania”.
Moscú aseguró ayer que 54 de los 67 navíos de la Armada ucrania en Crimea han cambiado de bando, que la bandera rusa ondea ya en 147destacamentos enemigos y que, de los 18.000 militares ucranios desplegados en la península, solo 2.000 volverán al continente, mientras el resto habría aceptado la oferta de integrarse en las Fuerzas Armadas de la Federación.
En la mayoría de los casos, la rendición ha sido pacífica, cuando no un tanto grotesca, como la de los efectivos de una unidad de la Armada ucrania en Novofedorivka, que ayer abandonaron el recinto tras la irrupción de un grupo de 200 civiles desarmados que los hostigaron hasta sacarlos a la calle.
“No habrá nuevas Crimeas”, aseguró el viernes el fiscal general adjunto, Mikola Golomsha, que atribuyó la organización de los movimientos separatistas a “hombres vestidos de civil, con documentos falsos y llegados de Crimea, y a miembros de los servicios especiales rusos, enviados con el único fin de desestabilizar la región”.
Hartos del silencio y la inacción de Kiev y rendidos a la evidencia de que sus cuarteles han cambiado de bando, la mayoría de los efectivos ucranios han ido tirando la toalla.
“Es un mal trago que celebro no haber tenido que apurar. Hagan lo que hagan, regresen a Ucrania o se queden aquí y se unan a las fuerzas armadas rusas, para el bando contrario serán siempre unos traidores. Traidores que además se habrán rendido de la peor manera posible para un militar: sin luchar. Muchos de ellos son crimeos, viven aquí y van a ser mirados con desdén o con lástima”, explicaba Oleg T., que sirvió en la base como oficial y ha ido a apoyar a sus compañeros. “Espero que la humillación que sienten estos militares quede contrarrestada por la actuación vergonzosa del Gobierno. Alguien debería pagar por esto”.
Tan evidente resulta la desidia —por no decir negligencia— del Gobierno de Kiev que el propio ministro de Defensa ucranio, Igor Teniuj, cargó sobre la cúpula política la responsabilidad de tomar una decisión sobre el futuro de sus tropas en Crimea.
“Para resolver esta situación, que es extremadamente tensa, debe haber una decisión de la dirección política”, dijo, en clara referencia al Gobierno del que forma parte.
- Fuentes: Infobae y el País de España