Ante la queja de la pasajera, el chofer le respondió:
-Señora, no hay carro, le puse una tapa, hay que seguir así porque yo tengo que comer también.
La señora, ofendida, ripostó:
-A costa de nuestras vidas, ni usted ni su empresa (estatal) pueden andar con estos carros que dan pena. Párenlo, antes que alguien se mate.
Muchos de los presentes se reían, mientras la señora y el chofer discutían. El cubano ha perdido el sentido de la responsabilidad. Se sabe que un ómnibus en esas condiciones no puede transitar. Ahora busquemos los responsables. Nadie aparecerá, porque el régimen es incapaz de hacer que cada uno cumpla con su trabajo.