LA HABANA, Cuba. -Nunca imaginaron las personas que construyeron la casona de la calle 242 esquina 138, en Jaimanitas, que aquella, la primera vivienda erigida en esa privilegiada zona de la costa, levantada con todo el esplendor de la época por el año 1910 por la familia Martí, sería una casa en ruinas en el año 2015.
Su actual inquilina, Zeida Margarita “Margot” González Díaz, quien vive allí desde hace diez años, cuenta que la ha visto desmoronarse lentamente, sin que nadie la ayude a salvarla, ni el Estado mediante la justicia, ni la Dirección Municipal de Vivienda con su burocracia oportunista, ni los efectivos revolucionarios que debían respetar los méritos y honores de la familia, ni el Delegado, que conoce su caso, ni sus santos, que en el pueblo curan a tanta gente, ni los encargados culturales de salvar los símbolos de la arquitectura y la historia del pueblo.
Jaimanitas conoce a Margot por…
A Margot la conocen popularmente en Jaimanitas con dos sobrenombres, “la espiritista” y “la dulcera”. Sobrevive de vender dulces caseros, su consulta espiritual es por caridad y no puede cobrarla, ese es su don.
Muchas personas en Jaimanitas corren a su casa cuando se enferman, o necesitan limpiarse. Y confían ciegamente en ella, por los resultados obtenidos que idealizan como milagros, aunque no ha conseguido detener la caída de su casa, que la ha comprimido a los restos de la cocina, el baño, y una habitación, que en la vivienda original era el cuarto de los huéspedes.
Llegué al lugar, interesado por conocer la historia de la vivienda en ruinas, por su antigüedad y misterio. Tal vez la primera erigida en el pueblo, que en su principio fue de pescadores y gente adinerada que decidieron salir del perímetro de la Habana a principios del siglo luego de terminar la guerra y llegar la República, buscando mejores lugares donde vivir.
Cuando caminé por lo que antes fueron grandes jardines bien cuidados y ahora es un solar yermo, imaginé aquellos años y el balneario de enfrente lleno de vida, que ahora había desaparecido y en su lugar estaba lleno de casitas apretujadas.
La desolación se ha apoderado del lugar. De la fachada no queda sino un pedazo derruido, la sala está devastada, no hay techo, los antiguos cuartos parece exposiciones de una pobreza olvidada. Encuentro a Margot en la cocina, haciendo dulces. Me dice que ha tenido que pelar diez cocos y cuatro frutabombas, y molerlos ella sola.
“Si pudiera, tampoco arreglaba la casa”
“En esta casa vivo hace muchos años, con mi hija enferma y mi hijo Fidel, que perdió una oreja en la guerra de Angola. Yo vine de Mayarí jovencita para La Habana. Viví con mi familia en Mañanima y vine a cuidar a una viejita que vivía sola, que murió al cabo de los años. Heredé por última voluntad esta vivienda, pero ha sido una odisea conseguir que me otorgue la propiedad. Mi expediente es el número 54 del año 1989 y todavía no han resuelto mi caso. Cada vez que voy a Vivienda a preguntar, me dice que vendrán el día tres, ¿pero de qué año?”
“No tengo dinero para sobornar a un abogado, mira la casa, cuando llegué aquí el comején era el verdadero dueño. Después se ha ido cayendo poco a poco y nadie ha venido a auxiliarme. Soy una anciana sola, que no puede con esto. Si pudiera, tampoco la arreglaba, porque sin papeles quien quita que un día me saquen para un albergue, porque mira todo este lugar, qué clase de terreno abarca, y qué posición.”
“¿La historia de la casa? Ni yo misma la sé. Cuando se digitalizaron los teléfonos, ETECSA me envió un reconocimiento por ser este número el primero que se puso en Jaimanitas, hace ochenta años. La viejita que murió aquí era de Marianao, que permutó con una familia que comenzó vivirla en el año 1962, cuando sus dueños se marcharon para Estados Unidos y el gobierno la entregó en usufructo. ¿El dueño, el que la construyó? Se llamaba Paco Martí, dicen que era familia de José Martí. Tenía un negocio de alquileres de cuartos, taquillas, trusas, bicicletas y aditamentos accesorios. Esta casa dicen que tenía un esplendor que asombraba. Ahora el fantasma de la ruina es quien la habita.”