VILLA CLARA, Cuba.- El cadáver de Luis Soliño, caibarienense de 30 años de edad fue hallado flotando en el mar la semana pasada, en las inmediaciones de la desembocadura del Río Jinaguayabo, perteneciente al municipio de Remedios, en su porción de la Bahía de Buenavista.
Luis había salido de su casa, sita en la avenida 29 entre las calles 12 y 14 de esta ciudad, el próximo pasado sábado 27 de enero en horas de la madrugada, para reunirse con otro pescador del barrio.
Donde ambos moran, nadie mira el noticiero, ni escucha la radio. Porque el parte meteorológico de rutina que ofrecen es tan inexacto, que muy pocos prestan ya atención
El acompañante de Luis narró cómo se volteó y partió en pedazos la frágil embarcación al ser sorprendidos en pleamar por lo que se conoce por “mar de leva”, que no es más que fuertes corrientes súbitas que se forman bajo el oleaje, todo como deriva de un frente frío del que no fueron advertidos cuando se lanzaron al sur de los cayos Fragoso y Guárana, ubicados al norte de este territorio.
Las autoridades investigan al testigo ocular por sospechas, porque en el cuerpo del occiso se encontró evidencia de haber sufrido golpes con presunto objeto contundente, el que pudo haberle ocasionado la muerte antes de ahogarse.
Una oleada de desempleados jóvenes se hace cada jornada subrepticiamente a la mar en busca de sostén competitivo, para el insumo familiar y porción importante para vender en el mercado negro a vecinos y conocidos, o proveyendo previo acuerdo a minuteros y propietarios de retributivas paladares.
Ninguno de los dos tenía permiso para pescar en ese mar anchuroso y democrático que reclamaba Nicolás Guillén –poeta nacional–, tal como prohíbe hacerlo el Decreto Ley 164 del Ministerio de la Pesca en su sección destinada a Capturas, que se rediseñó en 2008 con el auge del turismo, y que deja emplear a naturales solo anzuelo y pita –sin mediar ningún otro objeto o arte de pesca considerados depredadores–, siempre que lo haga desde tierra.
O sea, solo si se tienen los pies secos –no mojados– puede extraer alimento marítimo el ciudadano de a pie.
La madre de Luis, sexagenaria que padece crónicos trastornos nerviosos y de quien era él único sostén y compañía, vive episodios de empeoramiento psíquico y fisiológico tras el suceso, con el agravamiento de que no dispone de medicamentos debido al prolijo desvalijamiento de farmacias para el pueblo.