GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 21 de septiembre mi esposa y yo teníamos pasajes de regreso por Cubana de Aviación desde La Habana a Guantánamo. El chequeo del vuelo comienza a las 3:30 a.m. Pero este miércoles fue un día aciago para los pasajeros que decidieron tomar un avión desde La Habana hacia otras localidades del país.
Debido a la hora en que los viajeros con destino a Guantánamo deben chequear sus boletos, quienes no tienen la posibilidad de un transporte hasta el aeropuerto se dirigen a él antes de medianoche con todas las molestias y riesgos que ello provoca, a los que esta vez se añadió una espera de ocho horas pues el vuelo fue “ajustado”, eufemismo conque las autoridades de Cubana de Aviación califican a los atrasos. Muchos pasajeros no fueron advertidos de la situación a pesar de haber informado el número de su teléfono móvil.
Mi esposa y yo tuvimos la suerte de que un familiar de ella nos informara desde Guantánamo, en horas de la noche del martes, que el vuelo tenía problemas, lo cual verificamos llamando al teléfono 7 649 5576, así que al menos no tuvimos que madrugar.
A las 9:00 a.m., hora señalada para el chequeo del vuelo, llegamos al aeropuerto e intenté conocer la causa del atraso. En el buró de Información me dijeron que la desconocían. Al preguntar lo mismo al trabajador que chequeó nuestros pasajes este nos dijo que “no había aviones”. “¿Cómo es eso?- le pregunté-, añadiendo que Cubana ha comprado seis AN 158 para vuelos nacionales”. Ante mi pregunta el trabajador miró a ambos lados y como si fuera a decirme un secreto de estado susurró: “Son siete, no seis, pero escasamente trabajan dos todos los días, los demás casi siempre están rotos”.
La respuesta no me satisfizo porque los AN 158 no tienen más de tres años de servicio, así que seguí indagando hasta que en el salón de última espera conversé con otro trabajador, quien me confesó que la causa de los atrasos en los vuelos nacionales era que los aviones se estaban dirigiendo a otros destinos de Centroamérica y el Caribe y había días en que los vuelos nacionales eran cubiertos por sólo dos naves.
Esta respuesta me pareció más convincente luego de apreciar en las pantallas informativas que no sólo estaba atrasado el vuelo Habana-Guantánamo sino que en esa misma situación estaban los destinados a Holguín, Santiago de Cuba y Manzanillo, aunque los pasajeros no recibimos ningún tipo de explicación acerca de la causa de la tardanza.
Una encuesta mal aplicada
Muchos cubanos pensaron que la adquisición de esta flotilla de naves ruso-ucranianas iba a mejorar la calidad del servicio en Cubana de Aviación, pero los reiterados atrasos de los vuelos demuestran lo contrario.
No obstante, la calidad del servicio no debe medirse únicamente por el hecho de que el vuelo salga a su hora. Quienes dirigen la compañía lo saben y están interesados en conocer la opinión de los pasajeros pues en el vuelo del pasado lunes 19 de septiembre, cuando fuimos hacia la capital, aplicaron una encuesta cuyas preguntas abarcaban otros aspectos.
Pero resulta imposible que una encuesta ofrezca resultados confiables si no se aplica correctamente. Lo digo porque este día las planillas fueron distribuidas a los pasajeros en pleno vuelo y recogidas antes del aterrizaje, aunque algunas de las preguntas sólo podían ser respondidas con objetividad una vez terminado el viaje, cuando el pasajero está en condiciones de evaluar la totalidad del servicio, no una parte de él. El vuelo, que esta vez salió en tiempo, exactamente a las 8:05 a.m., culminó en el aeropuerto José Martí a las 9: 20 a.m, Hasta ahí todo estuvo bien. Pero desde esa hora y hasta las 9:50 a.m. estuvimos confinados en el avión esperando por el ómnibus que nos trasladaría hasta el salón de recogida de los equipajes. Allí las esteras mecánicas comenzaron a funcionar a las 10:45 a.m, 1 hora y 25 minutos después de haber aterrizado. Si en ese momento se hubiera aplicado la encuesta el resultado habría sido distinto.
Además, ya Cubana de Aviación no se brinda el servicio de transporte por ómnibus desde el aeropuerto hasta otros municipios de la capital, así que el pasajero que no tiene dinero para pagar un taxi, que cuesta entre 375 y 625 pesos cubanos (CUP) según la distancia (15 y 25 CUC) debe salir con su equipaje hasta la avenida de Boyeros y ahí tratar de montarse en un almendrón, algo muy difícil después de las medidas adoptadas por el gobierno de la capital pues muchos transportistas privados han entregado los permisos de trabajo. De no poder hacerlo, el viajero tiene que esperar por uno de los ómnibus articulados que por el módico precio de 0.40 centavos prestan el servicio, pero que casi siempre están atestados de pasajeros y son muy molestos.
Todas estas dificultades las sufren cotidianamente quienes deciden viajar por avión hacia la capital del país y desde ella hacia el interior. Por eso resulta sarcástico que al final del vuelo el capitán de la nave agradezca que los pasajeros hayan escogido a Cubana de Aviación para volar. ¿Acaso tenemos otra opción? Obviamente, este miércoles 21 de septiembre del 2016 Cubana de Aviación no aplicó ninguna encuesta.