LA HABANA, Cuba.- El Ballet Nacional de Cuba ha cerrado su temporada del mes de marzo, en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, con un programa de tres obras: “Dionaea”, del maestro cubano Gustavo Herrera; “Celeste”, de la coreógrafa colombiana Annabelle López Ochoa; y el “Grand Pas de Paquita”, un clásico de Marius Petipa.
El elenco que alternó durante las presentaciones contó con las cautivantes interpretaciones de primerísimas figuras del Ballet Nacional de Cuba, como Sadaise Arencibia, Viengsay Valdés y Anette Delgado, bailarinas que aún logran traer al público el frescor y la magnificencia que solían caracterizar a la compañía. “Después de tanto tiempo viendo circo, finalmente he asistido a una función de buen ballet”, comentó a CubaNet Josefina Zaldívar, aficionada a la danza clásica que sufre en lo más vivo la decadencia de una escuela que marcó un hito a nivel mundial.
Si bien el Ballet Nacional de Cuba es una de las muchas canteras del arte insular cuyo relevo no está asegurado, de Sadaise Arencibia puede afirmarse que es la bailarina ideal para continuar el legado iniciado por la ilustre Josefina Méndez –una de las cuatro joyas del ballet cubano– en la interpretación de “Dionaea”, una pieza de exquisita plasticidad. Aparte de las luminarias que merecieron los elogios del público, la joven Claudia García descuella entre las noveles figuras a seguir con suma atención. Su despliegue escénico en la primera variación de “Paquita” generó favorables criterios por parte del auditorio y la crítica.
La mítica compañía ya anuncia para el mes de abril el regreso a las tablas de “El lago de los cisnes”.