CAIBARIÉN, Cuba.- Por vez primera una delegación de la Universidad de Connecticut, integrada por el Vicepresidente para los asuntos internacionales Daniel Weiner y el vice ejecutivo para las relaciones de salud de ese centro de estudios Andrew Agwunobi, el que por décadas fue pionero en el intercambio científico-académico y cultural con la isla, viajó a La Habana y se reunió este 10 de enero con un reducido grupo de colaboradores y visitantes en su campus, al que en el pasado han visitado algunos cubanos, graduados-egresados-consagrados o no, como parte de los intercambios iniciados durante la era Bush y que hoy resultan mucho menos infrecuentes.
En 2006, por ejemplo, los intelectuales y artistas que agrupó a esta avanzada donde el elemento aglutinador fue la obra escritural o representativa en torno a la omnipresencia de la preterida cultura soviética en la cotidianidad treintañera cubana, terminó signado en la entonces oficina de intereses de los EUA en La Habana bajo una cláusula exclusionista propia de la guerra fría (212-f), al denegársenos la visa para viajar como parte de un proyecto coordinado por el Instituto Cervantes de NY con este importante centro docente.
Aquél propósito de reunión realizado no obstante nuestra ausencia, se nombró “Cuba-URSS y la experiencia postsoviética” y prescindió del entusiasmo de escritores e investigadores dedicados de las letras como Ana Lidia Vega Serova, Raúl Aguiar, José Miguel Sánchez (Yoss), Desiderio Narvarro, Victor Fowler, Reina María Rodriguez, entre otros, aupados por la profesora adjunta de Lengua española y experta en asuntos binacionales Jacqueline Loss.
La llegada de Obama más tarde, facilitó los trámites consulares para estos ires y venires de cubanos al medio institucional, pero aún pervive en los registros inmigratorios del sistema federal estadounidense la condición de “terroristas” entonces otorgada por la administración precedente a todos los que usamos la única vía posible —que era la oficial— para atender cartas de invitación.
Personal y oportunamente, como parte de los segregados, escribí carta abierta al Presidente saliente Barack Obama sobre la necesidad de revisar y retirar esta injusticia impuesta por su predecesor, pues cada vez que aplicamos para viajar a los EE.UU., las complicaciones regresan. (Habida cuenta que el gobierno de Cuba ya no figura en tales listas tenebrosas, pero sus ciudadanos sí).
Entre los propósitos de este amistoso encuentro, destaca el interés por explorar posibles áreas de futura colaboración mutua, así como duda preclara sobre qué sucederá con los programas vigentes y los por venir a partir del próximo 20 de enero cuando el nuevo presidente Donald Trump tome en sus manos las inciertas-futuras riendas de la nación.
La Universidad de Connecticut mantiene hasta hoy lazos bilaterales de intercambio en más de 10 áreas científicas y de colaboración académica. Los intelectuales gozan de un privilegio significativo de aceptación en sus respectivas áreas de enfoque, indagación y difusión de obras.
Los pares y estudiantes de ambas orillas agradecen este acto solidario que hermana intereses multiculturales y a la misión humanista de acercamiento que —en ambas lenguas— acaba de tener lugar.