No solo los establecimientos estatales tienen prohibido celebrarlo, sino que los particulares tampoco
LA HABANA, Cuba – Las entradas se vendieron rápido, con días de antelación, al precio de cinco CUC (el equivalente en Cuba al dólar). Niños, adolescentes y jóvenes estaban entre los más entusiastas, ocupados en preparar sus disfraces que fueran diferentes, originales.
Todo iba viento en popa, pero el día anterior al festejo se presentaron en “La Casa Quinta” dos inspectores de la oficialista ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria) y aguaron la fiesta. Prohibieron el inocente y gracioso jolgorio. Alegaron que no se ajustaba a la razón comercial de restaurante-bar. Ni siquiera entendieron el ya extendido uso en restaurantes privados de amenizar a los comensales con dúos, tríos, y hasta sextetos musicales; se ganan clientes con un servicio más completo y da empleo a músicos por cuenta propia.
Sin embargo, parece que celebrar Halloween ya era demasiado. Hubo que devolver el importe de las reservaciones, aunque ya sí no se pudo devolver las alegrías perdidas por la suspensión del espectáculo.
Un par de años atrás, la gerencia de la estatal discoteca “Bim Bom”, en Guanabo, tuvo serios problemas hasta con sanciones laborales por celebrar un sano Halloween con clientes disfrazados. La misma prohibición ocurrió en la villa turística “Playa Hermosa”, en Guanabo.
Así también sucedió con el restaurante particular “El Cocodrilo”, en calle 486 esquina a Novena. Sus propietarios suspendieron la iniciativa de Halloween para no buscarse problemas, enterados de la arremetida gubernamental contra la tradición estadounidense. Con el dinero de entrada recaudado se organizaría una rifa.
El uso de disfraz fue prohibido desde los primeros años del triunfo castrista en 1959. Hoy, todas esas prohibiciones denotan una especie de blindaje político al que no escapa Halloween, particularmente desde la celebración del último Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Un simple repaso a la prensa progubernamental revela esa tendencia de preocupación político-ideológica del gobierno frente a la “penetración” estadounidense en ideas, gustos, modas, costumbres y propaganda. Como si se tratara de un regreso a la “parametración cultural”, ahora más velada pero no menos incisiva. Así parece demostrarlo Abel Prieto, asesor del general presidente Raúl Castro, en el último cónclave de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Matanzas, asignándole mayor control a dicha institución gubernamental.
Pero ya es tarde. Por mucho que las instituciones quieran controlar la manera en que se divierte la gente, cada año se extiende más la celebración de la noche de las brujas.
cosanoalen@yahoo.com
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