El gobierno cubano renta profesionales a otros países y se embolsa un elevado por ciento de sus salarios
LA HABANA, Cuba.- Artículos publicados recientemente en medios oficialistas cubanos informan que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) anunció un estudio mundial sobre la esclavitud, con la colaboración de otras instituciones a la luz de los objetivos de desarrollo sostenible.
Me pregunto si analizará la OIT la situación de miles de trabajadores cubanos víctimas de la trata de personas por parte del Gobierno, que los renta a otros países y empresas privadas extranjeras como mercancía y se apropia de la mayor parte del salario pactado con dichas entidades, esgrimiendo un falso humanismo e “internacionalismo proletario”, cuando en realidad el objetivo es utilizar a estos seres humanos como moneda de cambio para perpetuarse en el poder, además de enriquecerse con fabulosas ganancias producto de este trabajo esclavo.
Un ejemplo de víctimas de esta forma de esclavitud son los trabajadores de la salud, que son contratados por distintos gobiernos del mundo para trabajar en condiciones difíciles, casi siempre en lugares intrincados donde los profesionales nacionales no prestan sus servicios. En el 2013, por citar un caso, la Federación Nacional de Médicos de Brasil (FENAM) publicó en su página web que el gobierno cubano recibía 4 080 dólares por cada médico.
Sin embargo, los profesionales contratados prácticamente solo reciben la remuneración mínima necesaria para vivir en el país en cuestión.
En las ocasiones en que los medios oficialistas muestran grupos de estos profesionales que parten o regresan de alguna de estas “misiones”, por lo general se le da a la noticia un matiz político supeditado a los intereses del Gobierno. Pero la razón que mueve a tantos cubanos a aceptar las migajas y restricciones que les impone el gobierno, a la vez que permitir que este secuestre el fruto de su trabajo, no tiene casi nunca un origen político. Sencillamente, es su única manera de obtener para ellos y su familia bienes con los que en Cuba no pueden ni soñar.
“Mi prima médico vive en Banes, municipio de la provincia Holguín”, me cuenta un amigo. “Cumplió misión durante tres años en Venezuela. Gracias a eso pudo comprarles a sus padres una casa, un televisor y un refrigerador, además de alguna ropa, zapatos y otras necesidades. Y como ella dice, con el sueldo que gana aquí, ni en una vida de trabajo lo hubiera podido hacer”.
Según funcionarios cubanos, en la Isla “la trata no se manifiesta con explotación laboral”. Me gustaría saber qué otro nombre puede dársele a los bajísimos salarios que perciben miles de trabajadores, que no cubren sus necesidades vitales de alimentación, vestido y calzado. Al respecto, una de las razones que esgrimen los profesionales es que aquí ganan muy poco, en cambio, cuando trabajan en el extranjero, aunque el Gobierno se queda con la mayor parte, ganan más”.
Otras formas de contratación con similares características existen en la rama del turismo, o en empresas privadas en convenio con el Gobierno. Pero entonces no basta con presentar la documentación requerida, demostrar que se está capacitado para el cargo y cumplir todos los demás requisitos. También hay que conocer a la persona indicada (dinero mediante, posiblemente) para acceder al puesto.
Antes de 1959, los cubanos trabajaban según sus intereses, su voluntad y su grado de competencia, sin que mediara presión por parte del Gobierno. Pero a partir de 1959, con frases y amenazas totalitaristas como “gracias a la revolución”, “la universidad es de los revolucionarios”, “con la revolución todo, sin la revolución nada”, Fidel Castro, en su empeño por someter a los cubanos, privó a los obreros y profesionales, como al resto del pueblo, de sus derechos individuales.