MADRID, España.- El escritor cubano Amir Valle, prohibido de regresar a Cuba desde el 2005, se siente realizado en Berlín, Alemania, donde reside y ha logrado fundar la editorial Ilíada Ediciones, y tener su propia revista literaria, Otro Lunes – Revista Hispanoamericana de Cultura; además de continuar su amplia producción literaria, reconocida a nivel mundial.
Sin embargo, el destierro forzado, y todo lo que conlleva, como la separación de su familia, fue “particularmente duro”, como explicó en reciente entrevista con ADN América.
En el momento en que el Gobierno cubano le prohibió regresar a la Isla, se encontraba en un viaje de trabajo por Europa con su esposa, pero sus hijos, de 4 y 16 años, se encontraban en Cuba.
“El primer impacto del destierro es emocional: sientes que te han arrebatado un espacio que creías tuyo. (…) En ese espacio arrancado de cuajo confluyen lo material (tu casa, tu barrio, los sitios donde te formaste, etc.), lo espiritual (las vivencias, las memorias, las marcas que en tu espíritu dejan tu paso por la vida en esos sitios) y lo sentimental (tu familia, tus amigos, el entorno humano y cultural)”, comenta el también periodista y crítico guantanamero.
Cuando el régimen impidió su regreso tuvo que permanecer por tres meses en España. “Yo era una figura conocida en el mundo de la cultura europea; y apenas se supo de mi situación irregular, un grupo de instituciones españolas, alemanas e internacionales se confabularon para garantizar mi legalidad en Europa mientras duraba el proceso de reclamación para regresar a Cuba, que duró casi dos años, sin respuestas”, explica.
Al terminar su estancia legal en ese país, la Fundación Heinrich Böll, organización alemana para escritores extranjeros con dificultades políticas en sus países de origen, le concedió una beca. Luego, el capítulo alemán del PEN Club Internacional le ofreció una beca literaria de tres años.
Según relata, gracias a la intervención personal de Gabriel García Márquez, en el 2006 se autorizó la salida de Cuba de su hijo menor. El mayor salió un año después por “otras peripecias intelectuales”.
El escritor dijo a ADN América que se siente privilegiado por las condiciones en que se dio su destierro, pues nunca estuvo desamparado; pero ese no es el caso de muchos otros desterrados por el régimen.
Sobre el modus operandi del Gobierno de la Isla de prohibir el regreso de quienes le son “incómodos”, Amir Valle señaló: “Desterrar es parte de la propia naturaleza de esa dictadura, que se refugia ante la crítica internacional diciendo que ꞌCuba tiene otro concepto sobre esos derechosꞌ y achaca su decisión a la necesidad de combatir una supuesta confabulación universal para destruir ‘la Revolución’”.
Sobre los funcionarios de instituciones culturales cubanas que han sido cómplices del régimen para aplicar los destierros forzosos como una estrategia de control de intelectuales y disidentes, Amir Valle opinó: “Lo más triste es que las circunstancias anormales de la cultura cubana te obligan a aceptar que tus colegas, tus compañeros de generación, e incluso tus amigos se conviertan en tus verdugos en algún momento. Hay que decir algo alto y claro: en Cuba, en casi todos los terrenos y específicamente en el periodismo y la cultura que son las áreas que conozco, el represor es siempre alguien a quien has considerado de los tuyos, a quien incluso has respetado por su contribución artística, y casi siempre alguien con quien has compartido complicidades y retos en buena parte de tu carrera”.
Amir Valle, quien recientemente vio publicada otra reedición en alemán de su serie de novelas negras El descenso a los infiernos, es uno de los escritores cubanos del género policíaco más prolíficos de su generación.
Entre otros, recibió los premios internacionales de novela “Mario Vargas Llosa” (2006) y “Rodolfo Walsh” (2007).
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