LA HABANA, Cuba. — Entre los artistas cubanos de la primera mitad del siglo XX apenas se menciona el nombre de Rolando López Dirube, dibujante, pintor, escultor y grabador que se graduó en 1948 del Colegio de Arquitectos de La Habana, justo cuando la vanguardia artística cubana transitaba por su segunda etapa y daba la bienvenida a los vientos de la abstracción.
Dos años después el joven viajó a Brooklyn (Nueva York/Estados Unidos), donde recibió lecciones de dibujo con el profesor y pintor expresionista George Grosz en el Art Students League, de Nueva York. Durante ese período también cursó estudios en el Art Workshop of Brooklyn Museum Art School y en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid.
Una vez completada su formación, regresó a Cuba. Realizó exposiciones en el Lyceum, la Universidad de La Habana y Galería Habana, entre otros espacios que contribuyeron a visibilizar su quehacer.
Produjo esculturas que evidenciaban la confluencia del arte figurativo y el lenguaje abstracto. En 1951 fue premiado en la Primera Bienal Hispanoamericana, organizada en Madrid, y aunque permaneció en la capital durante varios años, la mayor parte de su obra la realizó en Puerto Rico, donde se radicó definitivamente en 1961.
A la par que desarrollaba su producción artística, trabajó como profesor en la Universidad de Puerto Rico y la Liga de Estudiantes de Arte de San Juan. Apasionado de las formas y de las infinitas posibilidades de la materia, trabajó indistintamente con metal, madera, hormigón y piedra, a menudo combinándolos.
Apreciaba por igual todas las técnicas y métodos, sin establecer diferencias —más allá de las obvias— entre pintura, escultura y grabado. Para Dirube no existían las artes menores. Todas servían a su propósito de añadir belleza y buen gusto al mundo que lo rodeaba.
Su obra escultórica incluye piezas de arte público y encargos de comitentes privados e instituciones. Colaboró con arquitectos del movimiento moderno, añadiendo conjuntos escultóricos a fachadas de viviendas. Su ejemplo más conocido dentro de Cuba es la magnífica casa de estilo racionalista sita en San Mariano y Mayía Rodríguez, en la barriada de Santos Suárez, municipio habanero de Diez de Octubre.
Sus trabajos más conocidos fueron realizados en madera, mayormente abstractos y muy llamativos por su tendencia a la geometrización, además de una ejecución elegante y sofisticada.
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