MADRID, España.- Berta Soler, líder del movimiento disidente Damas de Blanco, se ha consolidado como una figura emblemática en la lucha por los derechos humanos en Cuba. A sus 60 años, Soler continúa desafiando al régimen cubano, a pesar de la represión constante que enfrenta. Desde 2022, ha sido detenida casi todos los domingos cuando intenta asistir a misa en la iglesia de Santa Rita, un acto que simboliza su protesta pacífica y su exigencia de libertad para los presos políticos en la Isla.
En una reciente entrevista con la agencia EFE, Soler destacó que la clave de su lucha radica en la “resistencia y conciencia”. Ella afirma que, a pesar de la represión, su espíritu no se ha quebrantado y sigue firme en su propósito.
El compromiso de Soler con la causa de los derechos humanos se remonta a 2003, durante la Primavera Negra, cuando 75 disidentes fueron encarcelados por el Gobierno cubano. Fue entonces cuando surgieron las Damas de Blanco, el movimiento formado por las esposas, madres y familiares de estos presos, quienes comenzaron a asistir a misa vestidas de blanco y portando gladiolos, como símbolos de paz y pureza. La labor de estas mujeres no ha sido fácil; han enfrentado hostigamiento, arrestos y represalias constantes por parte del régimen.
La líder disidente sostiene que las protestas del 11 de julio de 2021 marcaron un punto de inflexión en la historia reciente de Cuba, reflejaron un creciente descontento popular y una demanda de cambios profundos en el país. Aunque el gobierno ha respondido con una represión aún más intensa, Soler cree que otro 11J es inevitable, impulsado por la crisis económica y la desesperación de la población, y que será “más grande”.
También explica que el movimiento Damas de Blanco ha visto una disminución significativa en sus filas, pasando de 450 integrantes a solo 40 en la actualidad. Muchas de las mujeres han emigrado, mientras que otras están encarceladas o han sido obligadas a desistir debido a la represión. Sin embargo, Soler y su esposo, Ángel Moya, también expreso político, han decidido permanecer en Cuba, rechazando “ofertas” del gobierno para exiliarse. La pareja vive bajo constante vigilancia y acoso, pero su compromiso con la causa de los derechos humanos permanece inquebrantable.
Sobre la persecución a que son sometidos ella y su pareja, en conversación con CubaNet en mayo de este año, denunció que la Seguridad del Estado ha desatado una escalada represiva en su contra para intentar hacerlos desistir de su lucha por el respeto a los derechos humanos.
Por su parte, Moya declaró: “En el caso mío, la Seguridad del Estado no solamente ha incrementado la represión. sino que también ha venido de forma metódica escalando con los métodos represivos con el objetivo de que yo deponga mi actitud como activista de derechos humanos, como opositor al régimen comunista de Cuba, y que finalmente me vaya del país”.
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