MIAMI, Estados Unidos. — El 11 de marzo de 2022 Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile, convirtiéndose entonces en uno de los presidentes más jóvenes del mundo —apenas 36 años— en ocupar el cargo.
Un año después, la gestión del mandatario ha dejado más sombras que luces y enfrenta elevados índices de desaprobación.
Con Boric al mando, Chile ha experimentado una ligera recuperación económica que, según expertos, responde más a ajustes en el gasto público ejecutado por su predecesor, Sebastián Piñera, tras el colapso de la pandemia que a las políticas propias impulsadas por su Gobierno.
Los aciertos económicos, marcados por el repunte de las exportaciones y la inversión extranjera, así como por el control de la inflación, parecen no convencer a los chilenos, que miran con lupa a un presidente al que no pocos aseguran le falta experiencia para gobernar.
En cualquier caso, las políticas de Boric tampoco han permitido revertir una situación acuciante para la ciudadanía: el elevado costo de la vida.
Desde diversos sectores se acusa también al mandatario de no tener un programa político claro. Por una parte, Boric se debate entre llevar al país por la ruta de la misma izquierda que representa y que le llevó a ganar la presidencia; por otro, no alejarse de las demandas de quienes no le votaron.
El mayor revés político del joven mandatario fue el rechazo mayoritario en septiembre del pasado año a la propuesta de nueva Constitución, un frenazo en las pretensiones de construir un país a la medida de la nueva izquierda, que todavía tiene en Boric a un referente.
Asimismo, la Cámara de Diputados puso freno a la reforma tributaria que el presidente buscaba para financiar su ambicioso plan de reformas sociales, a lo que Boric respondió sustituyendo a cinco ministros de su Gabinete.
A pesar de ser una de las economías más sólidas de América Latina, Chile enfrenta elevados índices de delincuencia, otra de las asignaturas pendientes para el joven presidente.
Boric parece haberse librado, al menos de momento, de una recesión económica que hace meses parecía inevitable para Chile. Con tres años de gestión por delante, todavía tiene tiempo para no llevar al país por el mal camino. ¿Lo logrará?