VILLA CLARA, Cuba. – A pocos días de la entrada en vigor de la Resolución No. 276 del presidente del Banco Central de Cuba, que prohíbe entrar ni sacar del país un solo peso cubano convertible (CUC) a partir del próximo domingo 16 de noviembre, la incertidumbre reina entre nacionales y foráneos. ¿Cómo se solventarán los pagos de los insumos gastronómicos, impuestos a la exportación de bienes y propiedades reguladas, servicios menores de atención al cliente y compras en tiendas por divisas “duty free” que se realicen momentos antes de la salida en los establecimientos que radican dentro de las zonas de frontera por las que es obligatorio el ingreso? (Y aquí se incluyen todas las áreas destinadas a los trasportes marítimos y aéreos, los que constituyen únicas viabilidades para la isla)
Como los puntos para el chequeo aduanal y la declaración de lo que se lleva afuera radica antes de estas zonas de comercios y servicios, algunos adelantados han comenzado a cuestionarse cómo resolverá el régimen esta contradicción en que lo asume su propia medida, pues a esta altura de “los preparativos para la arribazón que esperan con la temporada alta turística, los quinientos años de la capital y hasta la visita de los reyes de España”, todavía no hay pronunciamiento en torno al tema.
Un trabajador de labores de inspección veterinaria del aeropuerto Abel Santamaría -que rehusó dar su nombre so pena de desemplearse él mismo con semejante revelación- comentó a este reportero no saber “qué nos va a pasar el domingo 17 con esta orden, ni si los turistas tendrán que pagarnos en las monedas de sus países o dejarán sólo el ¨verde¨ (en referencia al dólar norteamericano) para poder gastar aquí antes de que salga el avión”.
Por su parte, la consorte, muerta de miedo también ante la posibilidad de que se revelara su nombre en algún periódico mundial, confesó que “los que conseguimos algo porque podíamos recoger alguna propinita en CUC, ahora no sabemos si nos registrarán cuando acabemos de pinchar con el fin de decomisarnos la calderilla”.
Ambos coincidieron en que “las empleadas de los baños y el servicio de limpieza sí que se las verán más negras que nosotros”, porque ellas ganan mucho menos y “solo ven un peso cuando el que entra se conmueve y les deja algo en el plato”. Además “los urinarios a la salida están buenos, pero cuando entras… mejor ni lo intentes”.
La otra duda que agobia a estos trabajadores, tanto como a los colaterales obreros de ECA S.A. -quienes atienden los abastecimientos de todo tipo a las naves previa salida-, es si diferenciarán en los días que restan la denominación de “tiendas y comercios en divisas” que hoy está patentado para los estancos previos al punto aduanal y al que acceden tanto viajantes como acompañantes, por “tiendas y comercios en moneda libremente convertible” en el futuro inmediato, tal cual ha ocurrido con los 77 establecimientos del CIMEX S.A. anunciados el pasado octubre, algunos de los cuales ya están operando no sin cierto escándalo entre la población, los que quizá se extiendan progresivamente hasta lograr depauperar el falso valor de cambio de la divisa nacional, alternativa que introdujo Fidel Castro como respuesta a las críticas lógicas de sus incondicionales ideológicos, y que de esa trucada manera se cumpla uno de los lineamientos pendientes que es el fin de su circulación.
Pues la mayoría de los empleados de aduanas y aeropuertos de Cuba, tanto como el público que allí asiste, suelen usar tales comercios para su propio beneficio, porque siempre estarán mejor abastecidos que el resto de los estancos en crisis de sus respectivos lugares residenciales.
Con todas las complicaciones que acarrea revaluar normas e inventarios existentes, habrá que esperar qué pronunciamientos harán los sabihondos economistas en el transcurso de esta misma semana para adecuar estos sitios.
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