MADRID, España.- Domingo Ramos Enríquez, uno de los grandes paisajistas cubanos durante la República, nació el 6 de noviembre de 1894 en Güines, Mayabeque.
Su obra trascendió especialmente por sus paisajes dedicados al valle de Viñales, en Pinar del Río. Aunque también recreó otras regiones de Cuba como la zona del río Almendares y la vegetación de la localidad de Calabazar, en La Habana.
Tras haber mostrado desde la infancia vocación para la pintura, en 1907 ingresó en la Academia de San Alejandro, donde tuvo como maestros a grandes pintores como Armando Menocal y Leopoldo Romañach.
Motivado por su talento, su padre lo envió a Madrid en 1912, donde cursó estudios en la Academia de San Fernando.
De regreso en Cuba tuvo una etapa muy productiva, marcada por exposiciones y premios. En enero de 1923 expuso en La Habana 38 lienzos dedicados al valle de Viñales que despertaron la admiración de muchos.
Posteriormente viajó nuevamente a España, donde visitó ciudades como Valencia, Murcia y Cataluña que lo motivaron a incursionar en el paisaje nevado. Su talento fue elogiado por el reconocido pintor del impresionismo español Joaquín Sorolla. Y en 1925 inauguró en Cuba una exposición de temática mediterránea.
Domingo Ramos incursionó también como maestro en la Academia de San Alejandro, con notable influencia en sus estudiantes. De esta Academia llegó a ser director y en 1956 fue nombrado Profesor Emérito.
Además, fue miembro de la Royal Society de Londres y de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos de La Habana.
El pintor murió el 23 de diciembre de 1956, dejando al arte cubano valiosas obras como “El hato de Caiguanabo”, “Viejos mamoncillos”, “Abril florido” y “Cueva de los portales”.
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