MIAMI, Estados Unidos. – El intelectual cubano Emilio Roig de Leuchsenring, primer historiador de La Habana, nació hace 133 años, el 23 de agosto de 1889 en la capital de la Isla. Su extraordinaria labor en la investigación histórica y en la preservación de importantes documentos lo mantienen hasta hoy como un referente insoslayable para toda la nación.
Roig de Leuchsenring fue un hombre de vastos conocimientos. Incursionó en la investigación jurídica, la literatura y los temas costumbristas, aunque fueron los temas históricos los que acapararon toda su atención.
Entre 1913 y 1917 asumió la dirección de la Revista de Derecho. Ese año se graduó como doctor en Derecho Civil y Notarial y desde 1916 fue designado jefe de Despacho del Primer Congreso Jurídico Nacional.
Su amplia cultura quedó demostrada también con sus colaboraciones en importantes medios de prensa de su época, como las revistas Cuba Contemporánea y Social, donde se integró al llamado Grupo Minorista junto a Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Alejo Carpentier, Jorge Mañach, Conrado Massaguer y Mariblanca Sabas Alomá, entre otros.
Justo en el momento del apogeo del Grupo Minorista Emilio Roig de Leuchsenring era el jefe de Redacción de Social. A partir de 1925 fue su director literario, cargo que alternaba con la subdirección de la muy significativa Carteles.
Como miembro de dicho grupo Roig participó en la Protesta de los Trece, una reacción revolucionaria ante el Gobierno de Alfredo Zayas y que colocó al grupo en los primeros planos de la política nacional del momento.
Pero fue a partir de 1935, al ser designado Historiador de la Ciudad de La Habana, cuando su quehacer intelectual se vinculó estrechamente con la investigación histórica. Por su iniciativa creó la Oficina del Historiador de la Ciudad en 1936, ocupándose desde entonces de la preservación y publicación de importantes documentos históricos como los Cuadernos de la historia habanera, y muchos otros.
Ingresó en la Academia de la Historia en 1938 con su investigación titulada “Martí en España”. De hecho, al Apóstol dedicó gran atención mediante títulos como La revolución de Martí, 24 de febrero de 1895 y Vida y pensamiento de José Martí.
Asimismo, su acuciosidad investigativa lo llevó a adentrarse en el estudio de temas olvidados de nuestra historia y nacionalidad. Sin dudas, su legado constituye uno de los más altos de la intelectualidad cubana del siglo pasado.
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