SANTIAGO DE CUBA.- “Las discapacidades mentales son catalogadas leves, moderadas o severas, y suponen un retraso en el coeficiente intelectual. Aunque a estas personas no les es imposible trabajar, dependiendo del nivel de discapacidad que presenten, ellos requieren de condiciones de trabajo especiales, de acuerdo a su patología”, así lo expuso Roberto Serrano Delis, doctor y especialista de Santiago de Cuba .
El tema surgió por el caso del matrimonio santiaguero compuesto por Armando Ambrustel Silva y Magalis Camacho Tamayo, quienes presentan discapacidad mental, viven en condiciones precarias y se ven obligados a trabajar en la agricultura porque no tienen otro sustento.
La pareja recibía una chequera por sus respectivos padecimientos, pero las dos les fueron retiradas. A Magalis se la quitaron después de que muriera su primer esposo, y a Mandy, como lo conocen, luego de que perdiera sus documentos, según afirmaron ambos. Desde entonces, han quedado olvidados y sobreviviendo por su propia cuenta.
“Yo estudié en la escuela especial en la primaria, luego la dejé. Siempre he tenido que trabajar la tierra”, señaló el hombre.
A esto se suma que la vivienda donde residen en Santiago de Cuba se encuentra en pésimas condiciones. Quedó devastada después del Huracán Sandy en 2012, y así permanece hasta hoy. Tienen que hacer sus necesidades en un excusado de precarias condiciones. Tampoco tienen colchón y cocinan sus alimentos en un fogón de leña.
“Cuando llueve mi casa se moja más adentro que afuera, y dormimos encima de unos trapos. Así hemos estado desde hace como 10 años y nadie ha venido a ayudarnos”, resaltaron.
El matrimonio hasta el momento no ha recibido ayuda del Gobierno para la reconstrucción de su casa. Armando comentó que varios técnicos del Departamento de Planificación Física de Santiago de Cuba se han personado para observar las condiciones del inmueble, medir el terreno y demás, pero las acciones no han pasado de eso.
CubaNet también conversó sobre el caso con Yordanis Labrada Téllez, coordinador de la opositora Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en Songo la Maya.
“Yo conozco a Mandy desde hace tiempo, pues somos del mismo pueblo. Luego conocí a Magalis —después que se casaron—, y doy fe del trabajo que pasan”, afirmó.
“En ocasiones les he brindando ayuda monetaria, de parte de la organización y también de la mía”, concluyó.
Ambrustel Silva, de 46 años, es natural de la Avenida Martí 84B, Songo la Maya, Santiago de Cuba. Su esposa Magalis, en cambio, desconoce sus propios datos, “No sé mi edad porque solo llegué a primer grado”.
Armando trabaja en la otrora lechería Jagua Bravo de la localidad, y allí desempeña la labor de custodio, aunque también participa en la siembra de café y viandas.
Sus jornadas de trabajo muchas veces exceden las ocho horas, y se extienden desde el lunes hasta el sábado, régimen que le ha sido impuesto sin importar su condición.
“Yo trabajo mucho y me dejan haciendo guardia para después meterme preso si se pierde algo”, aseguró.
Magalis, por su parte, trabaja en una Cooperativa Agrícola en Santiago de Cuba, y las duras tareas que realiza le provocan fuertes y constantes dolores en las extremidades, pues Magalis además de su dificultad mental padece de enanismo.
Arianna Ávila también reside en Alto Songo y corroboró los testimonios del matrimonio, a lo que agregó: “son excelentes personas, y además de las discapacidades que presentan casi siempre están enfermos. En el caso de Magalis no es la primera vez que se queja de tener dolor en las piernas, y aun así tiene que trabajar”.
El doctor Serrano aseguró que el enanismo “es una discapacidad física muchas veces provocada por un problema genético que afecta el crecimiento óseo. Las personas que lo padecen no pueden ser sometidas a trabajos forzosos porque presentan debilidad muscular, tendencia a la hipoglucemia e incluso disminución de la función del riñón”.
Recientemente Magalis estuvo ingresada por infección en los riñones. Igualmente, Mandy está padeciendo de un problema en la próstata, que él mismo ha estado tratando con infusiones y otros remedios caseros.
“Hace poco una persona le envió una pequeña contribución a Mandy conmigo, para que pudiera moverse al Hospital, para que le revisaran una sonda que tenía hace un mes. Le dijeron que fuera por su cuenta y él no tenía dinero”, terminó Arianna.
En cuanto al salario, ambos son remunerados de forma mísera. Armando devenga alrededor de 250 pesos al mes, mientras que Magalis cobra dependiendo de una norma fijada en 15 pesos al día. Si por alguna casualidad no cumple con lo establecido, esa jornada habrá trabajado por mucho menos que eso.
Hace varios meses el matrimonio asegura que su situación económica ha empeorado por los problemas de salud que han tenido, producto de los cuales se han tenido que ausentar del trabajo en varias ocasiones.
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