LA HABANA, Cuba. – Aunque el mayor anhelo de Héctor Luis Pupo Quiala es vivir sin dolor, una de sus mayores necesidades acaba de ser satisfecha: tras la reciente publicación de su historia en CubaNet, Lilo Vilaplana, director de la película Plantados, y el resto del equipo de trabajo del filme, le hicieron llegar el dinero necesario para sustituir su antigua silla de ruedas por una nueva, que le permita mantenerse en una posición más cómoda.
Con el dinero enviado a Cuba, el opositor Fabio Corchado y el escritor Ángel Santiesteban Prats (coguionista de Plantados) se encargaron de buscar, comprar, embalar y enviar a Pupo Quiala la nueva silla eléctrica de ruedas, así como algunos medicamentos (diclofenaco, cefalexina, algesal) para contener el dolor.
“Hay una máxima de Shakespeare que yo aplico en mi vida y me encanta: la felicidad ajena es un espectáculo maravilloso, por eso nos unimos a Fabio Corchado y Ángel Santiesteban para apoyar el sueño de Héctor en nombre de todos los del equipo de trabajo, el elenco y demás de la película Plantados”, declaró a CubaNet el cineasta Lilo Vilaplana.
Asimismo, el realizador cubano radicado en Miami, dirigió un mensaje a la disidencia y al pueblo cubano: “No están solos, pueden contar con nosotros”.
Por su parte Ángel de Fana, exprisionero político y asesor histórico de Plantados, asegura que todas las personas involucradas en la película están con el pueblo tanto en la resistencia como en la atención de casos humanitarios semejantes al de Pupo Quiala.
Apenas a los 11 años, al joven holguinero le fue diagnosticada artritis reumatoide, una enfermedad inflamatoria crónica que afecta las articulaciones y sus tejidos, y que provoca mucho dolor y rigidez. Su estado de salud ha empeorado con el paso del tiempo, debido a malas prácticas médicas y la poca atención recibida en Mayarí.
Sus necesidades más urgentes no solo se debían a la artritis reumatoide, sino también a la osteoporosis que padece como consecuencia de una sobredosificación de medicamentos.
Para su madre, Maricela Quiala, el nuevo sillón de ruedas es “una bendición”: su hijo “está como si le hubieran regalado un juguete que no pensó tener” porque no podía comprárselo.
Pupo Quiala, que “ya había perdido las esperanzas” de tener una silla de ruedas “digna”, dice que aprendió rápido a manejarla, aunque todavía tiene miedo “porque se mueve mucho y relincha como un caballo”.
“Quiero darle las gracias a Fabio Corchado, porque por él los conocí a todos, a Ángel Santiesteban, a Lilo Vilaplana y a su equipo, a todos quienes me dieron esperanzas, y en especial a Dios porque me los puso en el camino”, confiesa el joven.
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