MIAMI, Estados Unidos.- El expiloto de la policía científica Óscar Pérez mantuvo una comunicación habitual con el influyente diario estadounidense The New York Times antes de ser hallado y abatido por las fuerzas del régimen de Nicolás Maduro la pasada semana.
Un artículo publicado en el diario neoyorquino reseña que, pese a que sus acciones habían cautivado y causado el enojo de muchos venezolanos, “su público había disminuido hacia sus últimos días”, durante los cuales enviaba mensajes encriptados al diario neoyorquino como: “Lucho por la libertad del país, la oportunidad de un mejor mañana (…) El temor de perder la vida es lo menos que tengo ahora. No es el temor de la vida, sino el temor de fracasar, de fallar a la gente”.
La identidad de cada parte era confirmada ante la otra mediante un breve video que se enviaba en cada intercambio de mensajes.
En junio pasado, Pérez había encabezado un ataque con contra el Tribunal Supremo de Venezuela y desplegó un letrero en el cual llamaba a la población a rebelarse. En ese momento, el país se volcaba a las calles exigiendo el fin del actual gobierno.
Luego de esta acción, Pérez se convirtió en un símbolo de los crecientes problemas del país. “Nosotros esperábamos que ese día hubiera un llamado a la calle, para que se diera cuenta de que sí comenzó un movimiento, pero lamentablemente no lo hubo”, dijo el piloto en otro de sus mensajes al NYT.
Aquel ataque al Supremo había sido “para despertar la conciencia no solo del pueblo y demostrarles que no pierdan la fe, sino también despertar la conciencia del resto de los funcionarios” que se hacen cómplices de una galopante corrupción en Venezuela.
Aunque sus acciones habían cautivado y causado el enojo de muchos venezolanos, su público había disminuido hacia sus últimos días.
El agente de policía renegado cautivó la atención de una nación y daba la imagen de un luchador fugitivo que a veces parecía estar muy consciente de que sus días podrían estar contados, relata The New York Times. El periódico publicó que los mensajes de texto enviados en diciembre y enero, además de grabaciones y entrevistas realizadas durante el mismo periodo, representan algunas de las últimas palabras del hombre que llegó a ser el más buscado en Venezuela.
“Lucho por la libertad del país, la oportunidad de un mejor mañana”, dijo un mediodía a principios de enero. “El temor de (perder) la vida es lo menos que tengo ahora. No es el temor de la vida, sino el temor de fracasar, de fallar a la gente”.
Algunos escépticos que descalifican su historia sostienen que pudo haber sido una especie de doble agente para hacer quedar mal a la oposición.
Pérez alcanzó fama primeramente por su papel en la película Muerte Suspendida, que se estrenó en 2015. En la cinta, interpreta a un inspector llamado Efraín Robles que rescata a un empresario venezolano de sus secuestradores.
Óscar Pérez afirmó más adelante que la cinta también mostró la clase de fuerza policíaca que él deseaba que existiera en Venezuela, con una alta profesionalidad, pero la realidad es que “no había recursos”.
Por el contrario, según reveló el detective, algunas investigaciones en la institución a la que servía eran bloqueadas, como las de cargamentos de cocaína descubiertos en repetidas ocasiones. “Ellos eran los que estaban traficando drogas”, dijo Pérez, nombrando directamente a Néstor Reverol, el ministro del Interior venezolano.
Por su parte, el Gobierno se encargó de encasillar al grupo rebelde como una banda terrorista que había intentado matar a la gente ese día en el Tribunal Supremo.
“Si hubiésemos querido asesinar a alguien, ya lo hubiéramos hecho”, dijo entonces Óscar Pérez.