MIAMI, Estados Unidos. — El masividad de las protestas en Cuba en los últimos años y el consiguiente aumento del número de presos políticos han aumentado el espectro represivo del régimen cubano, que no solo se limita a reprimir a activistas y opositores, sino también a familiares de disidentes encarcelados.
Sayli Núñez y Bárbara Farrat Guillen son dos de los casos que demuestran el ensañamiento del aparato represivo castrista contra los familiares de las víctimas. Madres de los manifestantes del 11 de julio de 2021 (11J) Maikel Puig Bergolla y Jonathan Torres Farrat, ambas mujeres han sido hostigadas y perseguidas únicamente por reclamar la liberación de sus seres queridos.
Maikel Puig Bergolla y el infierno de una familia
El preso político Maikel Puig Bergolla, quien fuera detenido por participar en las protestas antigubernamentales del 11J en el municipio de Güines, provincia de Mayabeque, fue juzgado junto a otros siete manifestantes en una vista oral que inició el pasado 12 de enero y que se extendería por tres días.
Puig Bergolla fue condenado a 20 años de privación de libertad, una sentencia que bajó a 14 años luego de que su esposa interpusiera un recurso de casación.
Sayli Núñez ha declarado en varias ocasiones que, a pesar de que la condena de su esposo se redujo, considera injusta la decisión del régimen cubano.
“El 11 de julio le cambió la vida a mi familia. De hecho, me la rompieron. Ellos me rompieron mi familia. Todo un horror. Yo he ido de las personas que no he parado de denunciar”, dijo la mujer a CubaNet en entrevista ofrecida a la periodista y realizadora audiovisual Yaima Pardo.
La esposa del preso político confesó que, durante todo el tiempo que Puig ha estado encarcelado, ella y su familia han sentido todo el peso de la represión
“¿Qué motivación puedo dar yo para callar y qué justificación? Callarme sería un acto de cobardía de mi parte”, expresó la mujer, que, a pesar de la adversidad, sigue exigiendo libertad para su esposo.
El caso de Bárbara Farrat
Madre del joven Jonathan Torres Farrat, quien pasara varios meses detenido por participar en las protestas del 11J, Bárbara Farrat Guillén salió del anonimato para convertirse en un símbolo de la resistencia de las madres de los presos políticos en Cuba.
Su activismo y sus sucesivas denuncias terminaron con la excarcelación de su hijo, quien no estuvo en el nacimiento de su bebé por encontrarse en prisión.
Desde que iniciara su activismo, Bárbara ha enfrentado trabas para encontrar trabajo para mantener a su familia.
“Yo tuve que entregar la licencia de cuentapropista, igual que mi esposo, que se dedicaba a reparar cocinas”, explicó Farrat, quien reveló las difíciles circunstancias en que ha sobrevivido su familia a lo largo del último año.
Detenciones, operativos policiales, multas y decomisos también han sido muestra del acoso contra la familia Farrat, que aún denuncia la constante vigilancia de la policía política.
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