AREQUIPA, Perú. – La competencia entre mercados y empresas generalmente producen desarrollo y sucesos interesantes. En ese sentido, el nacimiento del circo Santos y Artigas, uno de los espectáculos de su tipo más reconocido en Cuba, tuvo un componente significativo de pugna y despecho.
A inicios del siglo XX, los exitosos productores de cine Pablo Santos y Jesús Artigas poseían el arrendamiento del antiguo teatro Payret y decidieron aventurarse en el mundo del circo en 1915.
En esa época, cualquier conversación sobre circos cubanos inevitablemente mencionaba al Pubillones, un acto regentado por dos figuras legendarias: Santiago Pubillones y su sobrino Antonio.
Estos maestros del oficio se destacaban siempre con elegancia, vistiendo frac en el centro de la pista, con sombreros relucientes y prendas lujosas.
Cada diciembre, Santos y Artigas subarrendaban el teatro Payret a Antonio Pubillones para que presentara su espectáculo circense. Este incluía artistas de tierras lejanas, ofreciendo números que habían deleitado previamente al exigente público europeo.
![](https://www.cubanet.org/wp-content/uploads/2023/12/ht8001103_gl_2015_1.jpg)
Los anfitriones brindaban todo su apoyo al maestro circense, atendiéndolo con esmero y complaciendo sus peticiones. Sin embargo, en el inicio de la temporada de 1915, existió una desavenencia que cambió el curso de la relación.
Jesús Artigas, necesitando cumplir compromisos con un amigo, solicitó un palco a Pubillones para que este pudiera disfrutar del espectáculo con su familia. Sorprendentemente, Pubillones se negó a cederle el compartimiento. Ante esta respuesta, el impulsivo dueño del teatro declaró a quien le llevó el mensaje que el próximo año Santos y Artigas tendrían su propio circo.
Con un préstamo de 30.000 pesos, ambos socios se lanzaron de lleno al proyecto del circo propio. A pesar de las negativas iniciales de varios agentes y representantes, encontraron orientación y mentoría en Chass Sasse, el agente de Pubillones.
![](https://www.cubanet.org/wp-content/uploads/2023/12/circo-santos-artigas.jpg)
Sasse compartió valiosos consejos sobre la contratación y gestión de artistas circenses, brindando una perspectiva clara del negocio del circo y algunas particularidades. Junto a él, los empresarios cubanos realizaron una gira por los mejores circos del mundo, concluyendo en el famoso Ringling.
Aunque John Ringling, el director, era reservado, recibió a los cubanos con simpatía y compartió con ellos secretos del oficio circense. Santos y Artigas absorbieron rápidamente estas lecciones, preparándose para establecer su propio circo con éxito.
En solo un año, los emprendedores lograron convertir su visión en realidad, dando vida al circo Santos y Artigas. Mientras que el show de Pubillones desaparecía en 1923, la nueva compañía estableció su carpa en la esquina de Infanta y San Lázaro, revitalizando la escena circense cubana.
Con actuaciones vistosas y entretenidas, así como un ritmo animado y dinámico, la persistencia de los socios cubanos consolidó su nombre como sinónimo de espectáculo en la Isla.
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.