MIAMI, Estados Unidos. – Angélica Garrido estuvo de pase, uno de esos permisos breves que sus carceleros le conceden para que vaya a casa, esté con su esposo y pueda abrazar y besar a sus hijos. He tenido el privilegio de que esta mujer, presa política del 11J, me deje un mensaje de voz con un saludo. En mi mente yo la abrazo, la miro a los ojos y trato de escoger las mejores palabras para animarla, pero en la vida real es ella la que me anima a mí, porque la voz de Angélica transmite una paz indescriptible, como la de quien pasa confiada por las aguas más turbulentas.
Trato de imaginar el contexto en el que esta heroína me dedica esos minutos, imagino la sala de su casa y a sus hijos alrededor de ella, pero es su esposo, Luis Rodríguez Pérez, el que me acerca con un relato en Facebook a la escena que vive esta presa política durante esas horas de pase fuera de las rejas. Por él supe que esta vez Angélica estuvo enferma, con mucha falta de aire, fiebre alta y una molesta cistitis; supe también que le gustan los girasoles y que en cada pase compra tres, de los cuales deja dos en la tumba de sus padres.
Los padres de Angélica murieron de tristeza, no soportaron la carga de tener a dos hijas en prisión, sí… porque no es solo Angélica, su hermana María Cristina también está encerrada desde el 11 de julio de 2021. Ambas salieron a las calles ese día, tomándose el legítimo derecho de protestar y exigir al régimen castrista la libertad que les fue usurpada a los cubanos hace ya 65 años.
A pesar de que percibo mucha tranquilidad en la voz de Angélica, también me resulta notable su tristeza. Esos pases son, según lo expresa, “un tiempo de sosiego” en los que Dios le permite refugiarse en su familia. “También es doloroso ver que Mari no puede hacerlo, entonces es una carga porque sufro doble”, agrega. Es que el castigo para María Cristina ha sido mucho más cruento; incluso, según Luis Rodríguez, el cerco sobre su cuñada se ha recrudecido al prohibirle a él, el único intermediario que tiene con el mundo exterior, verla durante las visitas familiares por el período de un año, tiempo en el que solamente sus hijos pequeños podrán tener contacto con ella. Quizás la represión contra María Cristina es mayor porque ella es poetisa y publica libros, su caso es muy mediático… quién sabe: el castrocomunismo actúa así, con estrategias macabras para desgastar a sus oponentes.
Es el valor de estas dos mujeres y de los más de 1.000 presos políticos cubanos lo que me da fuerzas para seguir adelante por la libertad de Cuba; son ellos los que me levantan cuando la decepción o la sensación de fracaso quieren amilanarme.
Angélica y María Cristina son dos mujeres que están escribiendo historia: las primeras páginas fueron escritas el 11 de julio de 2021, pero hasta el día de hoy siguen narrando la realidad cruda del presidio político cubano. Sus voces están cautivas, sus cuerpos respiran en el “cementerio de los vivos”, como ha escrito María, mientras llora por la prisión de su hermana Angélica y sueña con la libertad, aunque ambas son más libres que sus carceleros.
La voz de Angélica en ese breve saludo fue una inspiración total, en ella escuché la voz de María Cristina, la de Sayli Navarro, la de Sissi Abascal, la de Lizandra Góngora, la de todas las mujeres cubanas con sus voces cautivas.
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