LA HABANA, Cuba. — Ha comenzado el mes de diciembre y ya miles de usuarios comentan en redes sociales que los apagones, lejos de amainar, se han intensificado sobre todo en las provincias. Los cibernautas han recordado, oportunamente, la garantía ofrecida por el gobernante Miguel Díaz-Canel, quien a finales de agosto se aventuró a decir que para diciembre podrían disminuir los apagones incluso a cero.
De seguro el impopular peón de Raúl Castro contaba con la capacidad de generación de las siete centrales eléctricas alquiladas a la empresa turca Karadeniz Holding, tres de ellas ancladas en los astilleros de La Habana, y las demás en el puerto de Mariel. A pesar de que estas unidades flotantes ahora mismo proveen una cuarta parte de la electricidad que consume la Isla, no serán suficientes si el sistema energético nacional continúa operando a baja capacidad, con constantes averías que hacen imposible erradicar, o al menos disminuir, los apagones diarios de entre 12 y 18 horas que sufren las provincias del interior.
Cuando Díaz-Canel anunció que los apagones serían reducidos a cero, olvidó precisar que la buena nueva solo beneficiaría a La Habana. Para disgusto y envidia del resto del país, en la capital han disminuido notablemente las afectaciones. Aún se mantienen algunos cortes programados por espacio de cuatro horas, pero nada que ver con las madrugadas a oscuras, entre calores y mosquitos, que desde hace meses amargan la existencia de millones de cubanos residentes en otras provincias.
Otra vez se multiplican las quejas porque no quitan la corriente en La Habana; pero después del nivel de abstención registrado en la capital durante las elecciones municipales, no se puede afirmar que dicho privilegio se deba a que los habaneros son comunistas, como alguien gritó hace algún tiempo durante las protestas en el municipio pinareño de Los Palacios, también por causa de los implacables apagones.
La Habana se torna más ingobernable cada día y sus habitantes tienen muy claro que la causa de todos los males es la dictadura castrista, mientras que las provincias achacan sus carencias a las supuestas prebendas que disfrutan los habaneros. Los espirituanos califican de “ensañamiento” los prolongados cortes de energía en Sancti Spíritus; en Holguín las madrugadas son una penitencia, con otras seis horas de afectaciones -como mínimo- durante el día; la provincia de Mayabeque ha sido declarada “capital del apagón” por uno de sus residentes; y en Cienfuegos un ciudadano desquiciado porque sus escasos alimentos se pudrieron tras catorce horas de apagón, subió a una torre de telecomunicaciones a protestar contra el gobierno.
Así andan las cosas a inicios del mes que, según Díaz-Canel, vería el fin de los apagones; una promesa que va por el mismo camino que el vaso de leche anunciado hace quince años por Raúl Castro. Es la continuidad de la estupidez, la ineficiencia y la demagogia.
Imposible pronosticar por cuánto tiempo más el régimen podrá costear el alquiler de las termoeléctricas turcas; pero cualquier solución que dependa de la asistencia extranjera será solo un paliativo, y apenas el “país hermano” de turno retire su apoyo por falta de pagos u otra razón, el panorama volverá al mismo punto crítico que durante el verano motivó protestas diarias por causa de apagones de hasta veinte horas.
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