LA HABANA, Cuba. – “Tengo miedo de irme un día para el trabajo y que esto se derrumbe con mi madre aquí adentro”, aseguró a CubaNet Aracelia Gónzalez Díaz, una habanera que vive con su familia en un inmueble en peligro de derrumbe.
La vivienda, ubicada en la calle Churruca, entre Daoiz y Velarde, en el municipio Cerro, ya ha sufrido dos derrumbes parciales.
“Esta casa se la dieron a mi abuela y ya estaba inhabitable. Luego nos dijeron que nos darían un albergue pero no lo hicieron. Así que parece que hay que construir por esfuerzo propio y yo no tengo dinero para construir”, lamentó la mujer.
También aclaró que ha solicitado a las autoridades, en vano hasta ahora, que le otorguen un subsidio para evitar el desplome total de la vivienda. “Nos dijeron que no porque todavía la propiedad está a nombre de mi abuela”, precisó.
Según explica González Díaz, lo primero que se desplomó fue el techo de su cuarto. “Ya el techo estaba malo, fui a Vivienda [Dirección Municipal de Vivienda del Cerro] para que vinieran a tumbármelo y nunca vinieron, hasta que se cayó. Por si fuera poco, tuve que ir a hacer el reporte para que ellos vinieran a tumbarme el pedazo que quedaba; y vinieron, tumbaron y se fueron”, explicó
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Para la entrevistada, las autoridades siempre encuentran una justificación. “Empiezan a darte vueltas, baba; nunca hay materiales ni nada para los necesitados; sin embargo, vas a El Rastro [tienda estatal de venta de materiales de construcción] y hay lomas de piedra, arena y cabillas. Después ves cómo lo revenden todo por fuera”, denunció.
Asimismo, González Díaz recordó que el segundo derrumbe ―el techo del segundo cuarto― ocurrió a principios de este año. Sin embargo, asegura, hasta la fecha las autoridades no se han preocupado por lo sucedido. “Vino el de Vivienda, miró, escribió en un papel y hasta ahí”, dijo la mujer.
González Díaz reside con su madre, una mujer de 90 años con discapacidad visual, diabetes e hipertensión arterial, entre otras enfermedades, y su pequeño nieto, por lo que su principal temor, asegura, es que su familia quede sepultada bajo los escombros.
“Mi mayor temor es perder a mi familia si ocurre un derrumbe. Por desgracia no tengo a nadie que me ayude, ni del lado de allá [extranjero] ni del lado de acá. Soy yo sola y todo está caro, hasta para comer”, terminó.
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