Durante una visita a una de las zonas de encuentro gay de la capital -la esquina de 23 y Malecón-, un oficial de la policía aseguró a esta reportera que el Ministro del Interior, Abelardo Colomé Ibarra, ha dejado claro que no se aceptarán gays dentro de la policía, así como en otros departamentos de este ministerio.
El oficial Yuri, con número de identificación 06146, comentó ante miembros del Observatorio Cubano de los Derechos de Gays y Lesbianas (OBCUD LGBT) también presentes en el lugar, que él sabe que Mariela Castro ha asegurado que ya no hay homofobia dentro de los altos mandos del Ministerio del Interior (MININT), pero aún así la orden del Ministro es que no se acepte a ningún gay dentro de la policía. “No se concibe (en nuestras fuerzas) a un policía que ande acostándose con otros hombres”, dijo el oficial.
En la pasada Conferencia del Partido Comunista, el mandatario cubano, Raúl Castro, aseguró que se atacarían todas las formas de discriminación por razones, entre otras, de orientación sexual e identidad de género. También, la directora del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro, ha asegurado en reiteradas ocasiones que el Centro, apoyado por el gobierno, ha realizado un trabajo de sensibilización dentro de la policía nacional, que ha logrado disminuir los casos de acoso y represión hacia la población LGBT de la isla.
En todo caso, el historial homofóbico de la llamada Revolución sería difícil de borrar. El radicalismo totalitario llegó incluso a plantar campos de concentración para homosexuales y “desviados”, según la fraseología de la época, en los años 60. Conocidos como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), estos tipos de gulags obligaban a trabajos forzosos y recluyeron a infinidad de intelectuales sin que su dignidad fuera restaurada oficialmente a posteriori.
También, a lo largo de los años y hasta hace muy poco tiempo, los homosexuales estaban privados de pertenecer a las filas del partido único (comunista), así como de ocupar puestos directivos de cierta importancia, salvo raras excepciones.
El gobierno cubano intenta borrar esta huella como parte de las aperturas que, según Raúl Castro, se están llevando a cabo, por lo que, además de este tema sensible, acaba de retocar la fastidiosa y denigrante ley histórica de emigración.
A la vuelta de más de 50 años de totalitarismo, todavía hay muchas personas afectadas psicológicamente por la marginación institucional en universidades y escuelas de todo tipo a causa de la orientación sexual.
Sin embargo, en localidades alejadas de la capital, como es el caso de Santa Clara, a 300 kilómetros, gestores culturales locales han podido dar cobijo a una población gay numerosa que hacía vida nocturna en el parque central, atrayéndola hacia un espacio tolerante llamado El Mejunje, con un proyecto social sustentado todavía en una fuerte programación artística.
El Mejunje fue un lugar de culto para homosexuales cubanos, así como para turistas curiosos que iban allí, desde los años 90, a observar la “otra Cuba”.