MIAMI, Estados Unidos. — El 10 de abril de 1892 quedó instituido, de conformidad con la necesidad de unir a los cubanos, dentro y fuera de la isla, en pos de la causa independentista, el Partido Revolucionario Cubano, organización política que dirigió los preparativos de la guerra decisiva que habría de librar a la isla del yugo español.
Fundado por José Martí para asegurar la independencia de Cuba y ayudar a conseguir la de Puerto Rico —últimos territorios en América bajo dominio español—, el Partido tuvo desde sus inicios un carácter profundamente democrático, que brindó amplia participación al exilio cubano en sus principales núcleos: Cayo Hueso, Tampa y Nueva York. En igualdad de condiciones fueron elegidos el Delegado (José Martí), un Tesorero (Benjamín Guerra) y un Secretario (Gonzalo de Quesada), hombres de honor a toda prueba.
La naciente organización política tuvo como objetivo fundamental el surgimiento de una Cuba para todos, inclusiva y soberana. En el acta constaba que “El PRC no se proponía perpetuar en la República Cubana (…) el espíritu autoritario y la composición burocrática de la Colonia, sino fundar un pueblo nuevo, capaz de vencer por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.
Sus bases fueron conformadas con un espíritu de concordia, moderación y compromiso, poniendo por encima de todo interés individual la causa de la libertad y el derecho de todos los cubanos a una vida digna.
Los estatutos secretos establecieron una organización sencilla que permitía la fundación de cuantos clubes se estimaran convenientes, dedicados a la recaudación de fondos que provenían, principalmente, de la contribución honrada y voluntaria de sus miembros.
Las elecciones se celebraban anualmente y el propio Martí visitaba los clubes para informar de todo lo que no fuera estrictamente confidencial. Su principal medio de difusión fue el periódico Patria, que contribuyó en gran medida a consolidar la unidad de los cubanos, asegurando un flujo constante de información sobre Cuba y la necesidad de alcanzar la libertad, además de divulgar las actividades del exilio.
Hoy, cuando se intenta forzar una supuesta continuidad entre el partido creado por José Martí, de profunda vocación democrática, y el Partido Comunista de Cuba (PCC), que ha conducido a la nación por el camino del totalitarismo y la ruina económica, conviene recordar el propósito de aquella acción fundacional de abril de 1892, que hizo posible, al fin, la anhelada independencia y demostró que Martí fue, por mucho, el político más completo del siglo XIX americano.