LA HABANA, Cuba. – El Instituto de Medicina Tropical de Cuba debe su existencia y alcance internacional a la labor de uno de los científicos más prominentes de América Latina. Nacido en Puerto Príncipe, Haití, el 21 de agosto de 1900, Pedro Kourí fue llevado a Santiago de Cuba siendo muy pequeño. Junto a sus padres, inmigrantes libaneses, se instaló en la oriental provincia, donde transcurrió el resto de su infancia y adolescencia.
En 1918 se graduó de bachiller en Medicina y viajó a La Habana para matricular la licenciatura en la Universidad. La pobreza e insalubridad en las zonas rurales de Santiago lo sensibilizaron profundamente hacia quienes no tenían acceso a la atención médica, en particular por la cantidad de personas que morían a causa de infecciones por parásitos.
Su vocación y humanismo lo mantuvieron alejado de la medicina privada, que garantizaba cuantiosos ingresos, para dedicarse a asistir a los más desfavorecidos. En el hospital Reina Mercedes, ubicado en el corazón del Vedado, donde hoy se encuentra la heladería Coppelia, obtuvo por oposición una plaza, e ingresó como profesor auxiliar en la cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales de la Universidad de La Habana, cuya titularidad alcanzó en el año 1933.
A su tenacidad y a la importancia de sus investigaciones se debió que las autoridades universitarias aprobaran la creación, en 1937, del Instituto de Medicina Tropical, donde profundizó los estudios sobre la infestación por amebas y creó eficaces terapias contra el parasitismo.
En paralelo a su labor docente e investigativa, fundó y colaboró con revistas científicas donde publicó sus descubrimientos, muchos de los cuales han sido incluidos en programas de estudio en universidades cubanas y extranjeras.
Su temprana muerte, ocurrida en 1964, tronchó una de las más encomiables obras de salud pública jamás registradas en la Isla. En honor a su memoria, el Instituto de Medicina Tropical donde tanto trabajó, lleva hoy su nombre.