LA HABANA, Cuba.- El próximo 24 de febrero en Cuba se intentará legitimar una nueva Constitución a través de la votación de un referéndum, pero la mayoría de los cubanos en la calle están desconectados de la política y preocupados por la comida.
“¿Votar No? ¿Y eso se puede? Cuéntame, ¿cómo es eso?”, esas son las preguntas que hizo Ronald, un joven habanero de aproximadamente 25 años, recientemente conectado a Internet, que, como tantos otros, no se ha enterado que existen campañas que promueven votar por el No, o simplemente llaman a no ir a votar. “Yo voto porque mi mamá me obliga, para que no me marque, pero no porque me interese”, justifica.
Lidia, una ama de casa de la Habana Vieja, ni siquiera se imagina cómo puede ser la boleta. “¿Tú estás segura de que va a haber una casilla con un no para marcar?”, y como la describe, se acerca al voto unido promovido durante otras simulaciones democráticas.
“Mira, en la televisión estás viendo la novela y de repente te aparece un cartel que dice `Vota, Sí´, pero yo veo mayormente la antena, y sí, creo que he oído algo, pero cuando dan las noticias aprovecho para cocinar. Ando en mis novelas metida”, asegura Lidia. Y es que la campaña del gobierno aparece en los horarios pico de los canales nacionales y en los programas de más teleaudiencia, por eso mucha gente supone que no haya otra opción que el Sí.
“Ah, no, no sabía”, dice Yaidelín, una habanera de alrededor de 40 años, y baja la voz, y mira hacia los lados, “yo no estoy en nada”, dice, pero se preocupa, “¿Eso significa que vamos a tener comida? Porque no hay nada de nada. Claro, pero ellos saben si tu marcaste No. ¡Qué va! Yo no me atrevo”, y este es el reflejo casi autómata de muchos otros cubanos ante las interrogantes de “¿Vas a votar No? o ¿Votará?”. En otros casos salen huyendo como si con ellos no fuera, o como si se les estuviera hablando en otro idioma.
Muchos de los que se detienen a escuchar la pregunta piensan que “todavía falta mucho para eso”, o sea, para la votación; o simplemente se resignan, como ha pasado durante tantos años. “Siempre es lo mismo”, “cuando llegue voy y ya”, o “yo no voto”, son algunas de las respuestas en las calles cubanas.
A Esteban le parece que “algo debe estar pasando porque es demasiado lo de la televisión”. Para el joven algunos viven en la república de internet, “donde mucha gente está en contra y dispuesta a decirlo, pero no miran hacia la calle, hacia el cubano de a pie. Y hay que tener cuidado con eso para no caer en lo mismo del noticiero”.
Sin embrago, para Esteban, en los barrios cubanos sucede lo de siempre, “la gente se queja por lo bajito, en un grupo reducido, pero a la hora de votar es muy diferente, porque como todo está y ha estado tan amañado, la seguridad sabe quién vota qué, y siempre se enteran de quienes están abiertamente en contra de esto”.
“Tampoco nadie cree que las reuniones que salen en el noticiero donde se aprueba la Constitución ocurre en todos los barrios”, comenta Lázaro, quien solo tiene acceso a la televisión cubana y al paquete semanal. “La verdad es que yo vivo aquí, en el Vedado, y a la reunión para discutir la Constitución fueron 5 viejos, pero siguen creando una historia para vender, para tratar de convencer que todo el mundo los sigue”.
“Es mucho el descontento”, también cuenta a CubaNet Acela, una enfermera retirada, quien se pregunta, después de enterarse de la existencia de las campañas, “Qué hay además del sí, ¿qué hay?, ¿Qué ganamos poniendo No, o que ganamos con no ir a votar? ¿Quién garantiza que, si la mayoría vota No, el gobierno lo vaya a admitir? Ellos se las han ingeniado durante años a hacer creer que todos los cubanos pensamos igual, ¿por qué ahora no?”.
Un joven que se hace llamar Carlos llega a lo que él mismo llama “una conclusión brillante”, porque “si todo el que dice que no va a votar no fuera, o si todo el que dijo que ha anulado la boleta realmente lo hubiese hecho, la revolución fuera historia. Pero mi amiga, la vida es dolor, y con el cubano nunca se sabe. Hoy te dicen una cosa, y a la hora de la verdad, ponen Sí, y después te dicen tranquilamente que los amenazaron con quitarles el agua y la luz”, y puede que tenga razón.
En Cuba resulta difícil hacer pronósticos sobre cualquier proceso político porque el panorama es complejo, y no hay transparencia alguna en el manejo de los votos o de los votantes, pues se manipula la participación ciudadana a favor de los intereses del totalitarismo del Estado.