LA HABANA, Cuba. – Cuando llega agosto y el ambiente de carnaval inunda la ciudad, la agresividad crece y los policías están más dispuestos al abuso y a sobrepasar el poder que el estado les ha otorgado. No hace falta arrollar con la comparsa de la FEU, una de las que generan más puñaladas y “fajazones”, para presenciar golpizas y persecuciones en lugares céntricos y peleas multitudinarias.
El viernes, en la calle Lealtad, esquina Neptuno, se bajó una guagua con 20 personas, todas dándose golpes.
“Se ve que empezaron los carnavales”, dice un panadero que presenció los hechos desde el inicio pero que aun así no sabía el origen de la trifulca.
“Todos los años es lo mismo, uno baja a divertirse al carnaval, pero con el riesgo de que te pinchen o termines así como están estos”, y señala al grupo donde los gritos de las mujeres eran la banda sonora de los piñazos que se daban los hombres. La esquina se llenó de espectadores que parecían disfrutar de una corrida de toros o del paso de una carroza.
“¿Tú sabes lo que es salir a divertirse para terminar así?”, dice otra espectadora que cuando sintió las sirenas de una perseguidora salió corriendo, “ahora sí la cosa se va a calentar”, y tiene razón, cuando llega la policía cogen golpes todos.
En el parque El Curita, el sábado, un vecino presenció y grabó desde su ventana un atropello contra dos mujeres lesbianas a las que una discusión de pareja se les convirtió en una pesadilla llena de estrellones y piñazos de policías.
“Una de ellas gritaba: ‘filmen’. Yo me puse muy nervioso y cogí lo que pude”, lo dice el testigo de los hechos, que dice no ser muy diestro con la tecnología.
“La policía en cuanto llegó empezó a golpearlas, se ensañaron. Era como si tuvieran ganas de darle a alguien y la cogieron con ellas”, agrega.
En el video se puede ver cómo una de ellas es arrastrada por los pies como si la detención con golpes no fuera suficiente humillación.
Otra lectura puede ser “el odio que le tienen los policías a los ‘pájaros’ y más a las lesbianas”, dice Aurora, una vecina del parque El Curita que sintió la gritería pero que no se atrevió a salir.
“Pero quién se va a fajar en los carnavales, tu viste lo salvaje que están esa gente”, se pregunta Adolay, un joven de 20 años que no se pierde nada y habla de los “boinas negras tirando a la gente por encima de las vallas” que ahora se levantan por encima de los hombros.
“A uno lo agarraron entre dos y lo tiraron del otro lado, a otro por los pies y la gente lo que hacía era empujar y tratar de bailar detrás de la FEU”. Adolay estaba allí y hace el cuento como si aquello fuera una fiesta.
Otro espectáculo fue en Perseverancia, una calle de una sola vía, con poco tráfico y llena de niños jugando.
“La patrulla cruzó la cuadra sin sirena y derrapando , como si estuvieran en Rápido y Furioso”, dice una de las testigos del hecho.
“Estaban persiguiendo a alguien, lo atraparon en San Lázaro, pero la que se iba a armar si le llegaban a dar a algún niño”, agrega.
Uno de los infantes por poco es atropellado e inmediatamente la calle se llenó de madres preocupadas “al estilo Centro Habana”, gritando y ofendiendo al patrullero, aunque no las pudieran escuchar porque ya andaba lejos.
En tiempos de carnaval el ambiente se pone “denso”, “turbio”, “se carga”, “se caliente”, “se pone Ofo”. Así califican algunos habaneros el clima en tiempos de carnaval. Otros creen que “esos no son carnavales nada” y añoran los viejos tiempos o las fiestas en otras provincias.
Para quien no viva en Centro Habana o Habana Vieja, la agresividad estos lugares, sobre todo en carnaval, puede ser su estado natural. La gente grita, se ofende, se va a los puños y a los días vuelven a ser los mejores vecinos, pero cuando por el Malecón corre el alcohol, la policía está más dispuesta de lo habitual a dar golpes, la gente lo piensa menos para cobrar cuentas pendientes y una “discusión” puede empezar en un parque y terminar en el policlínico.
La Habana puede volverse un infierno para quienes regresan de sus trabajos y el transporte se ha desviado o para los que creen que “para qué más música y fiesta de la que se da en todo el año cada vez que se les ocurre cerrar Galiano para celebrar cualquier cosa”, dice Alina, una detractora de las fiestas populares porque son “desagradables, y lo único que crean es más borrachos y tipos orinando en cada rincón de la ciudad sin pudor como si no les interesara nada porque, simplemente, no les interesa nada”, y resume el espíritu carnavalesco que el gobierno se esfuerza por pintar de colores en la televisión.
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