LA HABANA, Cuba.- Dieciséis años han transcurrido desde que el rey de España, Juan Carlos I, mandara a callar al expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, en el marco de la XVII Cumbre Iberoamericana. El líder venezolano se había dedicado a interrumpir, en reiteradas ocasiones, al entonces presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, mientras pronunciaba su discurso.
Aquella intempestiva salida del monarca resonó en la prensa durante mucho tiempo, y todavía hoy es recordada como uno de los desplantes diplomáticos más escandalosos de la historia. Las palabras pronunciadas por Juan Carlos I dejaron muy mal parado a Chávez, quien exigió una disculpa que jamás se produjo. El rey dejó bien claro que no lo haría, así que el caudillo sudamericano tuvo que tragarse el insulto, mientras las palabras del soberano eran estampadas en camisetas y se colaban, jocosamente, en las conversaciones cotidianas de los españoles.
Aunque Chávez se dedicó a exagerar el asunto cada vez que la prensa lo interpelaba, no hubo manera de que lograra venderse como una víctima. Zapatero procuró disminuir las tensiones, pero él declaró públicamente que, en lo adelante, las empresas españolas en Venezuela tendrían que rendir más cuentas y él les iba a “meter el ojo” para ver qué estaban haciendo allí.
El tono subió aún más cuando Chávez aseguró que si la derecha regresaba al poder en España, nacionalizaría todos los bancos españoles en Venezuela. Las amenazas no le sentaron nada bien a los políticos de la Moncloa, que optaron por seguir limando asperezas.
El problema quedó resuelto, finalmente, con una invitación del rey Juan Carlos a Chávez. El monarca lo recibió en el Palacio de Marivent, su residencia de verano en Palma de Mallorca. Allí bromearon sobre el incidente y Juan Carlos tuvo el “delicado” gesto de obsequiarle a su huésped una de las famosas camisetas con la frase de marras impresa.
Así quedaron normalizadas las relaciones entre ambas naciones, al menos hasta la muerte de Chávez y el advenimiento de Nicolás Maduro, que reavivó las tensiones no solo con España, sino con el bloque europeo en pleno.
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