LA HABANA, Cuba. – Desde ayer, y por primera vez desde 1976, el régimen cubano cuenta con un primer ministro, cargo que ocupará el hasta ahora responsable de Turismo, Manuel Marrero, un arquitecto de 56 años cuya misión principal será la de supervisar el día a día del Gobierno como “brazo derecho” del presidente.
En la misma sesión en la que fue designado Marrero, el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, sustituyó a los ministros de varias áreas estratégicas para la comprometida economía de la Isla, sumida en problemas agudos por el incremento de las sanciones de Estados Unidos y la prolongada crisis de Venezuela, su principal aliado.
Marrero, nombrado titular de Turismo en 2004 por el entonces mandatario Fidel Castro, era el miembro más veterano del Consejo de Ministros y no figuraba en las quinielas que desde hace semanas especulaban con el nombre de la persona que ocuparía el cargo.
Junto a Marrero, fueron designados seis viceprimeros ministros, algunos de los cuales sonaban entre los favoritos para ser primer ministro, como Roberto Morales e Inés María Chapman, cuya visibilidad en la prensa estatal ha sido creciente en el último año y medio.
Ambos ocuparán el cargo de viceprimer ministro junto a Ramiro Valdés (86 años) y los también hasta ahora vicepresidentes del Consejo de Ministros Ricardo Cabrisas y Jorge Luis Tapia, a quienes se suma el ministro de Economía, Alejandro Gil.
Díaz-Canel anunció también su nuevo gabinete ministerial, en el que cambió a seis titulares de departamentos estrechamente vinculados con la exhausta economía del país.
Como nueva ministra de Trabajo y Seguridad Social fue designada Marta Elena Feito; al frente de Industria Alimentaria estará Jorge Santiago Sobrino; el Ministerio de Industrias lo dirigirá Eloy Álvarez, y el de Energía y Minas, Nicolás Arrente.
La nueva responsable -con rango de ministra- del Banco Central de Cuba (BCC) será Martha Sabina en sustitución de Irma Margarita Martínez, quien dirigía la entidad desde 2017.
Después de que el Parlamento aprobara por unanimidad todas las propuestas de nombramiento, el presidente cubano cerró la sesión con un discurso en el que el protagonismo lo coparon las tensiones con EE.UU. y las llamadas a la unidad popular para “enfrentar” la batalla económica.
“Que sepan que no vamos a rendirnos”, espetó el gobernante, quien deploró que el país vecino “para justificar su actuación ha acudido a la burda explicación de que somos una amenaza para la región”.
Frente a los diputados, Díaz-Canel sostuvo que “ninguno de los planes de los adversarios resultó”, aunque reconoció que las últimas sanciones del país vecino y su estrategia de impedir la llegada de combustible a la isla causaron serios problemas a lo largo del año.
También reiteró que la Isla mantendrá su “amistad y cooperación” con Venezuela y el régimen de Nicolás Maduro, una estrecha alianza en la que EE.UU. ha basado en el último año el endurecimiento de su política hacia La Habana y del embargo financiero que mantiene sobre la isla desde hace seis décadas.
(EFE)
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