MIAMI, redacción. — El saludo sonriente entre Barack Obama y Raúl Castro, al inicio de la VII Cumbre de las Américas, fue señal del deshielo entre EE UU y Cuba, adversarios desde hace más de medio siglo. La reunión prevista para el sábado entre ambos presidentes, anunciada por el asesor de Seguridad Nacional de Obama, debería certificar la reconciliación, entre la democracia estadounidense y la Isla comunista.
Obama y Castro se reunirán en los márgenes de la VII Cumbre de las Américas, que terminará el sábado en Panamá. La reunión, precedida de una cuidada coreografía destinada a preparar la foto de la reconciliación, es la primera entre dos mandatarios de Cuba y EE UU desde que en 1956 Dwight Eisenhower y Fulgencio Batista se reunieron, también en Panamá.
Después vendrían el triunfo de la revolución castrista que implantó en la Isla un partido único, represión política y economía estatal. Sucederían la invasión fracasada de exiliados cubanos en Playa Girón, la crisis de los misiles que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, cuando un Fidel delirante pidió al líder soviético que dejara caer las bombas atómicas sobre EE UU, la advertencia de Kennedy que hizo que Nikita Khrushchev retirara los cohetes de Cuba, la exportación por Fidel Castro de la revolución cubana a decenas de países de Africa y América Latina, la inclusión de Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo: décadas de confrontación del régimen cubano con su vecino del norte,
El Muro de Berlín cayó en 1989, pero la Guerra Fría con Cuba ha perdurado un cuarto de siglo más, hasta que el 17 de diciembre pasado en que Obama, desde Washington, y Raúl Castro, desde La Habana, anunciaron el fin de la enemistad, con vistas al restablecimiento de relaciones diplomáticas y, quizás del levantamiento del embargo a la Isla, que deberá ser aprobado por el Congreso estadounidense, hoy de mayoría republicana.
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