SANTA CLARA, Cuba.- Cualquier cubano que viva hoy en la Isla puede estar de acuerdo con la sentencia anterior. Pero cuando se trata del techo que da abrigo, entonces las connotaciones son mayores, y el gobierno actúa como perro de hortelano: no come, pero tampoco deja comer.
Con todo y que el sacrosanto Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba (con mayúsculas incluidas) publicó que al cierre de 2017 se terminaron 21 827 viviendas, ese número no sorprende a Ana Gloria, que ha desgastado sus zapatos en el engorroso trámite de obtener todos los materiales de construcción necesarios.
“Tanto trabajo he pasado que parece lo hicieran para ver si yo desisto. El problema es que mi casa es un derrumbe parcial, desde el huracán Matthew yo ando en este corre corre. En tales trajines he conocido incluso a personas que se les han vencido los papeles esperando que aparezcan los dichosos materiales.”
El subsidio preestablece que una parte del dinero es como la libreta de cheques, pero es dinero que no ven los solicitantes. Apenas ven el que el estado entrega para que paguen al albañil. Se explica entonces que mi siguiente entrevistado me pida cambiar su nombre.
“Nosotros hicimos lo siguiente: mi esposa solicitó que yo fuera su albañil, pero en realidad fui el ayudante del que contratamos, y así no tuvimos que pagarle los 21 mil pesos que autorizan, lo que nos permitió echarnos algún dinerito en el bolsillo.”
Si resulta tan complicado el tema de los materiales de construcción y a algunos el dinero les alcanza a medias ¿por qué no esperar por las viviendas que ha prometido el gobierno cubano para los damnificados?
Según el ingeniero Roberto Vázquez, director de Inversiones y Conservación de la Dirección General la Vivienda del Ministerio de la Construcción (Micons) el país necesita trabajar en el crecimiento interno de las ciudades, por la vía estatal o mediante un proceso combinado.
Pero él y también Hilario, con un mes apenas viviendo en su nueva casa, coinciden en la mala calidad de las viviendas que ha construido el gobierno.
“No es porque sea malagradecido, pero en mi juventud trabajé en la construcción, y ahora hacen muchas casas sin respetar las normas técnicas. Eso sin contar que como el estado paga tan mal a los obreros, ya no hay mano de obra especializada.”
El director de Inversiones y Conservación explicaba a una periodista de la prensa oficial que se han dado casos de edificaciones de cinco niveles a las cuales se les ha detectado desde el inicio problemas técnicos, pero siguen levantando pisos y el resultado es que se entregan con defectos.
Casi en la misma cuerda floja de Hilario, caminan Malena, “Meca” y los hijos de ambos.
“Nos otorgaron el subsidio para construir. El permiso es para construir una casa de dos dormitorios y hay que levantarla donde ellos (el gobierno) diga. A nosotros nos tocó subiendo el río, en las casitas cercanas al preuniversitario.”
La subida del río supone un problema, y quedó demostrado recientemente con las aguas que trajo consigo la tormenta subtropical Alberto. Malena resolverá en parte su problema de vivienda, pero con cada organismo meteorológico, tormenta o huracán, tendrán que salir huyendo. Eso sin tomar en consideración que dos dormitorios son insuficientes para su amplísima familia.
“Si queremos seguir construyendo tenemos que hacer lo demás con dinero propio, o mejor dicho, esfuerzo propio que es como le llaman los funcionarios de la oficina de Vivienda.”
Le muestro entonces el periódico oficialista Juventud Rebelde correspondiente al día de las madres de este año. En las páginas centrales un reportaje desde varias provincias orientales da cuenta del agradecimiento de algunas madres múltiples que han recibido viviendas por parte del Estado.
Malena sonríe y levanta del suelo al más pequeño de sus hijos.
“Eso será en el periódico Juventud Rebelde. Aquí no he sabido de nadie a quien le hayan entregado una casa hecha por tener más de un hijo.
Sin embargo, en el dominical, como se le conoce en Cuba a ese periódico de gobierno, las “agradecidas” se retratan junto a sus dos y algunas hasta tres hijos. Malena, que no sale en la foto, tiene cinco.