MIAMI, Estados Unidos. — Muchas son las hipótesis que, desde el arte, y específicamente el cine, se han planteado sobre el fin de la humanidad tal cual la conocemos, y qué apariencia tendría un mundo postapocalíptico. Por muchos años el catastrofismo fue la respuesta: un megaterremoto seguido por un tsunami que se traga continentes enteros, volcanes erupcionando en cadena, un desequilibrio en el núcleo terrestre que provoca una glaciación y congela todo el planeta, dejando quizás unos pocos sobrevivientes afortunados.
Estas conjeturas espectaculares y sensacionalistas han dejado paso a otra que parece más real y desde mediados de los años noventa capta el interés de realizadores de cine y televisión. La idea de que la humanidad pueda ser destruida por un virus se antoja más probable que un fenómeno climatológico de proporciones globales.
Tal ha sido la premisa de producciones como En el filo de la duda (Roger Spottiswoode, 1993), Epidemia (Wolfgang Petersen, 1995), Contagio (Steven Soderbergh, 2011), Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013) y, más recientemente, The Last of Us (2023), una serie trasmitida por HBO cuya primera temporada dejó a la teleaudiencia en shock y esperando más.
Inspirada en el videojuego homónimo, The Last of Us transcurre en un escenario postapocalíptico donde las personas que han logrado sobrevivir a una terrible pandemia intentan mantenerse a salvo de los infestados y encontrar la cura para salvar lo que queda de la humanidad.
Protagonizada por Pedro Pascal (Joel) y Bella Ramsey (Ellie), a quienes el público ovacionó por sus roles en Juego de Tronos —príncipe Oberyn Martell y Lyanna Mormont, respectivamente—, la serie recurre a un argumento novedoso. En vez de un virus, el género humano es invadido por un hongo llamado Cordyceps que se aloja en el cerebro, devorándolo de dentro hacia afuera e induciendo un estado de violencia extrema en los infestados.
Aunque la trama de The Last of Us es pura ficción, lo cierto es que el Cordyceps sí puede colonizar otras especies de forma tan invasiva como se aprecia en el audiovisual. En una entrevista concedida al medio Excelsior, la Dra. Edith Sánchez Paredes —Departamento de Epidemiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM— reveló que el hongo de marras ha sido estudiado por el daño que provoca a las hormigas carpinteras.
Las esporas de Cordyceps infestan a las hormigas, crecen dentro de su cuerpo por un período de 24 a 48 horas y en dos o tres semanas, como promedio, se diseminan dentro de ellas. El hongo secreta neurotoxinas que destruyen los tejidos de las hormigas, poniéndolas en modo zombie. Estas se anclan a una hoja que posee determinada humedad y temperatura, y de su cabeza empieza a emerger el Cordyceps, el cual, a su vez, produce miles de esporas que invaden la colonia de hormigas más cercana, repitiendo el proceso hasta la aniquilación.
Sobre la posibilidad de que el Cordyceps pueda cruzar la barrera entre especies y provocar algo similar en los humanos, la Dra. explicó que serían necesarios muchos procesos para que el hongo se adapte a este nuevo hospedero. Además, requeriría que los humanos tuvieran factores de riesgo, como un sistema inmunológico débil.
No es probable que las aterradoras escenas de The Last of Us tengan lugar en el mundo real. Sin embargo, al paso que van la ciencia, la imprudencia y el cambio climático, la idea de que un organismo anodino pueda colonizar el cerebro del hombre y destruir a la humanidad, le ha estado robando el sueño a más de uno.