LA HABANA, Cuba. – Buscando una mejora salarial, el cubano Juan Rodolfo Mariño Gregorich abandonó su empleo estatal y se fue a trabajar al sector privado, donde generalmente hay mejor remuneración económica. Sin embargo, nunca esperó ser víctima de explotación laboral.
Mariño Gregorich fue contratado como operario por una Cooperativa de la Construcción radicada en el barrio La Corea, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón. La primera encomienda que recibió fue la reparación de cuatro garitas de una empresa estatal.
“Me dijeron que reparar cada garita valía 20 000 pesos, pero que debía compartir esa cantidad con el otro operario. Cuando la reparación ya iba al 50%, el jefe del grupo de esa cooperativa nos traslada [a otra obra] para hacer un baño desde cero”, explica el entrevistado.
“Nos redujo el salario y cuando yo le reclamé nos dijo que él pagaba por el PRECONS II (Sistema de Precios de la Construcción), que es una explotación al trabajador. Por el baño nos pagó 1 600 CUP para los dos”, dijo.
Tras finalizar esa obra, cuenta Mariño Gregorich, el jefe les encargó la ejecución de una base para un tanque de agua. Sin embargo, ese dinero aún no lo han cobrado, denuncia.
De acuerdo con el constructor, en su área los pagos están invertidos: “El mayor porciento es para los que no están directamente en la producción”, explica. Además, lamenta que detrás de todo el proceso se encuentre el régimen. “Las cooperativas le rinden cuentas al Gobierno”, dice.
Asimismo, Mariño Gregorich refiere que su cooperativa dejó de pagarle unos 30 000 pesos cubanos por los trabajos realizados. Asimismo, considera que los cubanos están totalmente desamparados en materia de derechos laborales. “El trabajador cubano es como si estuviera en el Coliseo de Roma: si hablas te come el león, y si no, también”, termina.
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